Alejandro Villanueva
10 Febrero 2022

Alejandro Villanueva

Deme usted la presidencia y yo hago diabluras

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Tengo un recuerdo que al día de hoy se pone turbio cada vez que algún alternativo sale en Twitter a justificar la politiquería. Me encontraba gaseado, intentando aguantar la respiración para así evitar tertuliar con Jaime Garzón, alguien de la primera línea me pegó una palmada llena de bicarbonato para neutralizar el efecto de los gases, y me dijo en voz baja: “En las elecciones esto va a cambiar, la gente ya no come cuento”. Hoy digo: cuento tal vez no, pero sapos sí. 

Hace pocos meses, personas como Isabel Zuleta, Rodolfo Hernández, Alejandro Gaviria, e Inti Asprilla gritaban en Twitter que “la lucha es contra la corrupción”, pero ya en la coyuntura electoral, la consigna dejó de ser contra esa corrupción, pues al parecer ya no es tan mala ni tan innecesaria. Por el contrario, les resulta necesaria y, sobre todo, muy útil. 

Foto Columna Villanueva 1
Alejandro Gaviria junto al congresista Miguel Ángel Pinto, cuñado de Martín Tavera.
Foto 2 columna Villanueva
Isabel Zuleta junto a Luis Pérez.
Foto 3 columna Villanueva
Inti Asprilla y Katherine Miranda junto a Luz Danna Leal, esposa y socia de Carlos Ramón
González.

Le pusieron un nombre para que parezca que es algo diferente -como si cambiándole el nombre cambiara el daño que tanto nos han hecho a los colombianos-, y ahora lo llaman "maquinarias”. Lo que deberían decir, de frente y sin pena, es que necesitan corrupción para llegar al poder. Aunque lo intenten disfrazar, sigue siendo lo mismo: corrupción. Al parecer, vincular a causas alternativas personajes corruptos, clientelistas, entre otros, es el equivalente al proceso de paz. Pobre Santos, en vez de semejante proceso hubiera hecho una coalición política.

De tal manera se justifica el lavadero de cara en forma de alianzas con Miguel Ángel Pinto, fórmulas con “fichas” de Carlos Ramón o invitaciones hechas a actores como César Gaviria. Con una lógica paradójica en el caso de este último: el país no está para aguantar un gobierno como el de César Gaviria, por eso mismo invitaremos a César Gaviria a gobernar con nosotros, y si intenta actuar como César Gaviria le diremos “oiga, por favor no sea César Gaviria”.

La maquinaria se aprovecha de las entidades públicas para traficar votos, degrada completamente al funcionario o la funcionaria. Quienes acceden no son los más capaces sino los familiares o amigos de los políticos que más votos puedan conseguir para las próximas elecciones. Entran a las entidades a hacer política y no a trabajar para los ciudadanos. Ingresan para convertir las entidades en fortines burocráticos que garanticen los votos amarrados con la famosa maquinaria operante bajo la dinámica estructural en la que se cambian favores por cargos o recursos.

Esto crea escenarios como el de la Escuela Superior de Administración Pública (Esap), que según lo afirma la denuncia interpuesta el día 15 de mayo de 2019 ante la Fiscalía (SGD-No.20196110419512) y al siguiente día ante la Procuraduría (E-2019-25386), ya en poder de la Corte Suprema de Justicia, se convirtió en “una empresa criminal” para financiar las jugadas políticas de Roy Barreras y Gloria Arizabaleta (candidatos al Congreso por el Pacto Histórico), a través de coimas y fachadas en 14.009 contratos y convenios interadministrativos, donde se controlaba la nómina estatal. Así se generaron las condiciones para que Giovany Javier Chamorro Ruales, (ficha de Roy), terminará ejecutando más de 400.000 millones de pesos del presupuesto de la Esap (2018) sin ninguna experiencia para el cargo.

Otro ejemplo es el de la Corporación Autónoma Regional Para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga (CDMB) en Santander que, como lo denunció La Silla Vacía, por una orden de Sandra Pachón, jefa de la Oficina de Gestión Social y Ambiental, los contratistas y funcionarios de la misma debían buscarle votos y hacerle campaña al político al que le debían el puesto: Fredy Anaya (actual contralor de Santander).

Foto 4 Columna Alejandro
Crédito: La Silla Vacía 

Con este poder burocrático y clientelista cuadran Concejos y Asambleas. Si estos eligen contralor, ¿Quién los va a investigar? Eso es la maquinaría, un bucle: yo te contrato, tú me votas, yo elijo a quien me investiga y con esa impunidad sigo haciendo lo mismo una y otra vez. 

En esta contienda existen políticos que tanto hablan de la Colombia profunda, y debido a la confianza de que no van a perder el voto de opinión, les importa poco legitimar a personajes clientelistas, y corruptos. La gente tiene que darse cuenta de que esa lavada de cara termina fortaleciendo las “tiernas” e “inofensivas” maquinarias que llegan a esa Colombia profunda solo a asegurar los votos y los fortines burocráticos, agudizando los problemas sociales, económicos, de convivencia y de progreso que mantienen a nuestro país en ruinas.  No es cambiar de políticos, es cambiar la política.

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