Mariana Garcés
5 Agosto 2022

Mariana Garcés

La vara mágica

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El próximo domingo 7 de agosto asume como presidente de los colombianos Gustavo Petro quien conducirá al país en los próximos 4 años. Para muchos pareciera que el mundo comienza en esta fecha. Militantes y fieles seguidores de la izquierda tienen aquella idea de que el mundo será distinto. Será otro. La nueva patria se inicia el 7 del mes 8 a las 3 p.m. El fanatismo ronda las redes sociales y los comentarios de los más radicales sostienen que ahora sí, por fin y por vez primera, llegaron al poder. Es cierto que van a ocupar la Presidencia de la República, pero también lo es que han hecho parte del poder tanto como las otras tendencias políticas y son responsables de lo que es hoy Colombia. 

La realidad es que esta tierra nuestra se ha ido construyendo entre todos y cada gobierno ha tenido aciertos y desaciertos, unos en mayor o menor medida. No resulta exacto decir que jamás la izquierda ha gobernado. Sí lo ha hecho. Ha tomado decisiones que han marcado la vida y el futuro de ciudades capitales y municipios. Bogotá en su época más reciente ha tenido alcaldes y alcaldesas de izquierda, de centro y de derecha. 

Tuvo la izquierda, además, un papel protagónico en la construcción y promulgación de la Constitución de 1991 que finalmente es la carta de navegación de nuestro Estado de derecho. Ha participado en el Congreso de la Republica, en muchas oportunidades con copiosa votación, y se ha opuesto y ha aprobado innumerables leyes que concretan las políticas públicas bajo las cuales nos movemos. Ha votado, seleccionando a las personas que ocupan los organismos de control, y ha ejercido, además, el manejo político desde las corporaciones públicas.

No es cierto que no le quepa responsabilidad, para bien o para mal, sobre lo que es hoy la república; más aún, vemos hoy alineados con el Pacto Histórico a muchos que han hecho parte de la vida política y democrática de Colombia y ahora llevan su experiencia y conocimiento a las toldas del partido que ocupa la Casa de Nariño. 

Todos debemos aplaudir la llegada de un gobierno que tiene como prioridad un compromiso inalterable con la paz y con la implementación de los acuerdos. Sin embargo, la vida no será diferente a partir del 8 y crear tantas expectativas lo considero inconveniente. 

Más aún en este momento tan complejo para la economía mundial esas promesas tan radicales de un supuesto “cambio” pueden devolverse como un boomerang; el contexto general es de desempleo, endeudamiento y las expectativas de crecimiento previstas para Colombia en 2023 muy desestimulantes. Vamos a ver de esas 56 páginas del Programa de Gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez “Colombia Potencia Mundial de la Vida”, cuántas llegan a plasmarse y volverse ley en el plan de desarrollo 2022-2026. 

Algunos nombramientos dan cierta tranquilidad. Aplaudo la experiencia de Alejandro Gaviria para administrar el Ministerio de Educación; la llegada de Aurora Vergara Figueroa, quien se desempeñará como viceministra en esa cartera,  un orgullo para el Valle del Cauca; de José Antonio Ocampo a quien conocemos por su seriedad y estamos seguros de que no hará ni permitirá que se hagan locuras como lo expresó él mismo recientemente; Cecilia López quien tiene el conocimiento para enfrentar el reto de dinamizar el campo; Patricia Ariza de quien esperamos le devuelva el carácter técnico que siempre tuvo el Ministerio de Cultura; que logre rodearse bien y que, sobre todo,  escoja a su equipo a partir de sus propios criterios sin imposición ninguna. 

Es imprescindible que los que gobiernen desde el próximo lunes entiendan que es el momento de hacer, que la campaña terminó, que trabajan para los cincuenta millones de colombianos; que además, se trata de colombianos comunes y corrientes, que el poder es una quimera, y que quien llega a dirigir los destinos del país tendrá que trabajar sin descanso. Seguramente acertarán y se equivocarán, pero no somos tan ingenuos para pensar que todo va a cambiar como nos lo tratan de vender a través de las redes sociales sus fanáticos. Las dificultades son muchas y la vara mágica solo funciona en los cuentos de hadas.
 

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