Johana Fuentes
27 Julio 2022

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Una semana duró la luna de miel de los ciudadanos con el nuevo Congreso. La manzana de la discordia fue la propuesta de reforma presentada por el Pacto Histórico que incluye, entre otras cosas, bajar los salarios de los legisladores, pues esa disminución tendría efecto desde 2026. Una burla y un engaño para quienes votaron creyendo en esa promesa de campaña. 

Independientemente del debate jurídico que gira en torno a si se puede o no aplicar dicha rebaja a partir de esta legislatura, es imperdonable que quienes usaron esa bandera para ganar votos no hayan sido honestos y claros con sus electores. Peor aún, es que acudan a todo tipo de maromas para justificar lo injustificable. 

El mensaje de las elecciones legislativas y presidenciales fue claro, la gente votó por un cambio y el Congreso se renovó un 60 por ciento. Sin embargo, esos que dicen ser distintos están cayendo en las prácticas de siempre, endulzarles el oído a los ciudadanos para luego hacerles conejo. Razón tiene Humberto de la Calle  –uno de los pocos coherentes en este asunto– al decir: “Es urgente recuperar la confianza de la gente en nuestras instituciones y para eso debemos cumplir”. 

Otra promesa que el progresismo usó para ganar adeptos y que hoy está en veremos es la de reducir las vacaciones de los congresistas. La representante a la Cámara Catherine Juvinao –en su época de activista política– fue una crítica acérrima de quienes negaron dicha iniciativa, pero como la política es dinámica, hoy considera que ese periodo de receso es merecido y justificado: “Es un plazo sensato en la medida que tampoco cabe la comparación de la labor legislativa con la de un trabajador en cualquier profesión”, dijo, en una entrevista en Sigue La W. 

Vale la pena citar lo que dijo Juvinao en 2018: “¿Cómo puede trabajar uno con colegas que hoy dicen una cosa ante todo el mundo y mañana hacen otras? (...) Qué locura una sociedad en donde la palabra no vale nada”. Bien le caería a la Catherine Juvinao de 2022 que la de 2018 le recordara sus palabras. 

Los que también cambiaron de parecer fueron los integrantes de la bancada del Centro Democrático, ya que radicaron un proyecto de ley con el mismo fin: recortar las vacaciones. Se les olvida que en la legislatura anterior dejaron solo en esa lucha a Gabriel Santos y este tuvo que acudir a otros partidos para buscar el respaldo que le negaron en el suyo. ¡Cuánta hipocresía!

Es claro que estas reformas no representan cambios estructurales y algunos las han catalogado como populistas, pero fueron usadas como plataforma para hacer campaña y llegar al Congreso. Lo realmente importante es el mensaje que se envía desde una institución que hoy, según el último informe de la Fundación Pares, tiene un 75 por ciento de desaprobación. ¿Seguirán siendo protagonistas la mentira, la trampa, las jugaditas y el todo vale? Al parecer tendremos más de lo mismo.

Pregunta suelta: Rodolfo Hernández –que tiene pendiente un juicio por corrupción– fue designado presidente de la Comisión Anticorrupción. ¿Ya no es considerado corrupto como dijeron desde el Pacto en campaña?

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