Paola Herrera
23 Diciembre 2022

Paola Herrera

Operación éxodo

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Llegó Navidad y con ella la última temporada alta del año en la que se espera que 3 millones de vehículos se movilicen por las principales vías del país. Uno de esos corredores, el más transitado en Colombia, es el de Bogotá-Girardot por donde circulan diariamente unos 55.000 vehículos en épocas como esta, pero que desafortunadamente se volvió una pesadilla por los interminables trancones. 

Que ya uno no se demore tres sino ocho horas en llegar desde Bogotá hasta el municipio de Melgar en Tolima tiene una explicación: desde hace un año empezaron las obras del tercer carril en esa concesión que tienen como objetivo ampliar en algunos tramos la calzada para descongestionar el tráfico, especialmente en los sectores de Soacha, Silvania, Granada, Fusagasugá, Ricaurte y Girardot. 

Pero la historia de este proyecto es mucho más complicada de lo que parece y aunque se espera que los problemas de movilidad se acaben y todo vuelva a la normalidad en 2025, cuando se supone terminarán las obras, hay mucha zozobra frente a lo que pueda pasar de aquí en adelante luego de conocerse el anuncio de la empresa Conconcreto de empezar su “operación éxodo” de la concesión Vía 40 Express, tras enfrentar graves problemas económicos. 

Todo empezó mal con el contrato del tercer carril Bogotá-Girardot, que llevamos esperando un poco más de seis años. Después de haber sido adjudicado en 2016 a la Estructura Plural Constructora Conconcreto e Industrial Conconcreto, para que construyeran 145 kilómetros de un nuevo carril en diferentes puntos de la vía, la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) les formuló pliego de cargos y les abrió investigación formal por una presunta práctica anticompetitiva para quedarse con ese proceso de selección que involucraba recursos por más de 2 billones de pesos. 

Lo que dijo en ese momento la entidad de control fue que Conconcreto habría coordinado la presentación de su oferta con la otra estructura plural integrada por las empresas Benton y China Gezhouba, que también estaban compitiendo para ganarse el proyecto, y que, según las pruebas recaudadas en esa etapa de la investigación, deliberadamente dejaron ganar a la empresa que hoy se está saliendo de la concesión. 

A pesar de que esa investigación, que incluso se abrió por solicitud del ex vicepresidente Germán Vargas Lleras, duró más de tres años, en 2020 cuando llegó a la Superintendencia de Industria y Comercio el amigo personal del presidente Duque, Andrés Barreto, se archivó todo el proceso. A pesar de la cantidad de evidencia que había y las pruebas recogidas por la anterior administración, se resolvió que Conconcreto no hizo nada y que en este caso no hubo colusión.

De otro lado, resultó muy extraño que, aunque el corredor fue adjudicado por la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) solo a Conconcreto, meses después entraron en el juego los franceses de Vinci Concessions Colombia SAS y se hicieron socios en ese proyecto con un 50 por ciento de participación. 

Esa empresa, la francesa, también fue investigada por la SIC ya que,  “si bien no participó formalmente como oferente dentro del proceso de selección contractual, habría tenido una participación trascendental en la configuración de la oferta colusoria presentada” y hasta habría participado en los acercamientos e intercambio de información llevados a cabo con las empresas competidoras. 

A Vinci también le archivaron el proceso sancionatorio, es decir, no se comprobó que hubieran hecho algo irregular. Y ahora, que Conconcreto se va, será esa empresa extranjera la encargada de culminar el tercer carril Bogotá-Girardot. Además, quedan solos en medio de los diálogos que se adelantan con las comunidades en las zonas afectadas por las obras, que han salido a protestar por la inestabilidad que se ha generado en sus predios e incluso han bloqueado la vía exigiendo una inmediata solución. 

Incluso, ellos ya han informado, por medio de un comunicado, que fortalecerán su presencia en Colombia porque “son una de las principales compañías a nivel global en el diseño, financiación, construcción y operación de infraestructura vial”. Dicen que actualmente cuentan con presencia en más de 16 países, así como con la solidez financiera y técnica, que garantizan la culminación exitosa del proyecto en 2025 y de verdad eso es lo que todos esperamos. 

Sin embargo, no hay que olvidar a Conconcreto. Este no es el único capitulo que ha protagonizado en la historia de la infraestructura en Colombia, que no la deja muy bien parada. Recordemos que esta constructora también participó en el consorcio que tuvo líos en Hidroituango y hace parte de las obras del TransMilenio de la 68, que están bastante retrasadas. 

En el caso de Hidroituango, cuando la Contraloría General de la República les imputó responsabilidad fiscal, inmediatamente salieron a pedir reorganización empresarial para no tener que pagar. Otra de las jugaditas de la constructora para evadir sus responsabilidades y no asumir las consecuencias de sus incumplimientos.  

Por eso, el actuar de la compañía requiere de una revisión o una acción inmediata por parte de las autoridades. No puede ser posible, y así lo consideran muchos expertos, que una empresa deje tirado un megaproyecto de la magnitud del tercer carril Bogotá-Girardot, en plena temporada alta y peor aún argumentando crisis financiera, porque a todas les ha afectado la subida en el precio del dólar, la inflación tan alta en Colombia y todos los problemas económicos por los que atraviesa el país.

Entonces, ¿puede cualquier empresa salirse de un contrato de infraestructura, anunciarlo sin siquiera haberle hecho la solicitud formal a la ANI y no recibir ninguna sanción por incumplimiento?, ¿generará coletazos esta situación en los otros proyectos que tienen adjudicados en Colombia?, ¿en nuestro país los contratistas se acostumbraron a no cumplir y no son castigados? 

Más allá de lo legal o de si están expuestos o no a una sanción, Conconcreto está enviando un pésimo mensaje a las demás firmas constructoras y a todo el país, con el que muestran que las responsabilidades en proyectos tan importantes se pueden soltar así de fácil. Amanecerá y veremos; espero que, en este caso, con una compañía tan grande, haya una decisión ejemplar. 

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