Sandra Borda
2 Noviembre 2022

Sandra Borda

Primera cumbre colombo-venezolana: saldo positivo

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La reunión entre Gustavo Petro y Nicolás Maduro dejó planteada una hoja de ruta que no será fácil de seguir, pero que al menos se constituye en un buen comienzo para ambos países.

Para empezar, ambos mandatarios hoy reconocen que la revitalización de la zona de frontera requiere de trabajo conjunto y de reconstrucción institucional. En la declaración conjunta, ambos mandatarios no solo coinciden en que es preciso “crear y/o activar mecanismos conjuntos de seguridad fronteriza para la protección de la frontera y de las personas que circularán por ella”, sino que, además, “acordaron reactivar los espacios de concertación y diálogo político binacional”. Enhorabuena. Para que la reactivación de la relación bilateral llegue para quedarse y no se convierta en flor de un día, esta institucionalidad es de vital importancia.

En el mismo sentido, la designación de funcionarios consulares también es un avance en materia de reinstitucionalización de la relación bilateral. Pasados los momentos de la foto, es preciso empezar a trabajar y ello no es posible si no hay funcionarios a cargo e instituciones cumpliendo con las labores que bien desempeñaron en el pasado.

Pero tal vez la mejor noticia tiene que ver con lo que esta reunión significó para el proceso de transformación político que Venezuela está en mora de llevar a cabo. Petro construyó un discurso que en nada violentó la autonomía venezolana, pero que sí fue contundente a la hora de describir los principios que deben regir el comportamiento de ambos gobiernos. Creo que el mensaje estaba dirigido tanto al oficialismo venezolano como a la oposición colombiana: el compromiso del Gobierno de Gustavo Petro con la democracia liberal y el respeto a los derechos humanos se puso sobre la mesa y se detalló con todas las letras.

Después de una ambigüedad grande a la hora de definir su posición en el conflicto entre Rusia y Ucrania, de tuits en los que se develaba una distribución de culpas casi simétrica que, desde mi punto de vista, era muy benevolente con el régimen autoritario e irrespetuoso del derecho internacional de Vladimir Putin, por fin pudimos escuchar a un presidente elogioso de la muy vilipendiada democracia liberal, de las organizaciones internacionales y del compromiso con el respeto a los derechos humanos.

Que ese mensaje se haya enviado en el mismo Palacio de Miraflores y con Nicolás Maduro como principal espectador, sugiere que la reanudación de las relaciones entre Colombia y Venezuela tienen como objetivo, entre otros varios, facilitar el proceso de cambio y de democratización en el vecino país. En la misma declaración conjunta se celebra la reanudación de las negociaciones entre oficialismo y oposición venezolanas en México. Pero léase bien: el objetivo es contribuir a una transformación y no sacar a sombrerazos a Maduro, como se lo propuso el expresidente Iván Duque.

La estrategia del Gobierno colombiano no está montada sobre animadversiones personales o ideológicas sino sobre principios. El discurso de ayer lo dejó muy claro. Luego es fundamental que aquí y allá, empecemos a contemplar con algo más de sosiego y tal vez con más pragmatismo, la posibilidad de que el tránsito hacia la democracia en Venezuela empiece a ocurrir con Maduro en el poder. Y tal vez, dicho tránsito también implicará aceptar que el chavismo es una fuerza política que llegó para quedarse, pero que debe competir electoralmente limpiamente. Entonces, el cambio debe empezar con un paso crucial: Maduro debe entender que su obligación como jefe de Estado es dar garantías a la participación política de todos los sectores venezolanos, debe respetar el principio de la alternancia como motor central de la democracia y debe promover el fair play.

El camino es todavía largo y tortuoso. El diablo está en los detalles. Pero haber marcado la cancha como lo hizo Petro el martes en Miraflores es, sin duda alguna, un buen augurio. Si resulta cierto que lo que empieza bien termina bien, entonces es posible que el cambio en Venezuela finalmente haya empezado a suceder.

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