Mariana Garcés
16 Septiembre 2022

Mariana Garcés

Serenidad

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Gustavo Petro es un presidente que propone y tiene ideas; sus posiciones suscitan polémica y cada día tiene un nuevo titular. Se decía por parte de sus detractores que apenas llegara al poder procedería a acabar, léase cerrar, las instituciones. Ha demostrado ser respetuoso de las mismas. Sin embargo, muchas de sus propuestas producen inquietudes, además de que también preocupan algunos de sus ministros y ciertos integrantes del equipo del alto gobierno. Sorprenden sus trinos defendiendo a sus funcionarios, lo que es verdaderamente innecesario; el equipo debería ser suficientemente sólido para defenderse solo. El gobierno no puede ser un laboratorio para que algunos lleguen a aprender, y aunque lleven un mes y una semana no es excusa para justificar su falta de experiencia.  

El tiempo transcurrido no es suficiente para leer cuál será el estilo y talante de su mandato. Cómo asume, cómo enfrenta y cómo capotea las dificultades. Gobernar es tarea enormemente compleja y en un país como Colombia cada intervención del primer mandatario tiene un peso grande. Hasta ahora el presidente impone el debate nacional; sin embargo, al gobierno le sobran titulares y le falta contenido.

La reforma tributaria con la que se propone un recaudo de 25 billones ha sido objeto de críticas por parte de versados economistas y analistas; en opinión de algunos, el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, tiene todos los argumentos y la solidez necesaria para defender lo propuesto; los más pesimistas dicen que después de las contrapropuestas de los diversos sectores, no logrará un recaudo de ni siquiera 15 billones de pesos; otros opinan que superará con creces esa cifra. Lo más importante es que el gobierno manifieste cuál será el destino de los recursos obtenidos con la reforma. Si deciden aumentar el gasto y no bajar el déficit fiscal, puede ser complejo para el futuro de la economía colombiana. Tenemos una inflación de casi 11 por ciento, y ahora esa cifra podría ser mayor, con el aumento del precio de la gasolina. 

Preocupa la invasión de tierras en ocho departamentos del país. Esto demuestra que se trata de una acción claramente premeditada y absolutamente planeada. La señora vicepresidente, la ministra de Agricultura y el ministro de Defensa anunciaron públicamente que en 48 horas los invasores tendrían que desalojar y si esto no ocurría sería necesario el ingreso de la fuerza pública. Aún estamos esperando conocer sobre las razones por las que se retractaron de su propuesta y cuál es entonces su alternativa ante semejante problema.

Cuando el gobierno manifestó su intención de intervenir la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg) generó todo tipo de críticas; sin embargo, el diálogo entre el ente regulador, que de todas maneras debe mantener su independencia garantizando así la institucionalidad, la ministra y viceministra de Minas y Energía, Camilo Sánchez presidente de Andesco y toda la cadena, llegaron a un acuerdo donde todos los sectores aportarán, para bajar las tarifas de energía. Un buen logro y conveniente anuncio para los ciudadanos.

Lamentable que el presidente haga saber sobre su intención de proceder con la declaratoria de emergencia económica. Esto desde la época en que era candidato. Esta declaratoria requiere un hecho sobreviniente de tal magnitud que no se pueda enfrentar con los mecanismos regulares de los que dispone el Estado. Difícil entender por qué está sugiriendo esa opción sin saber cuál es el hecho sobreviniente y menos aún su magnitud.

Incomprensible que la reforma política no contemple ninguna medida para el consejo nacional electoral; inexplicable que habiendo Humberto de la Calle radicado un proyecto sobre este mismo asunto, no se le dé trámite o no se le considere por parte del gobierno antes de radicar uno nuevo.  

Es vital que se informe cómo funcionarán los 50 diálogos regionales vinculantes que serán insumo para el plan de desarrollo. 

Unas son de cal y otras son de arena. Estamos abrumados por tanto anuncio sin desarrollo. Conveniente que se profundice en comunicaciones que contribuyan a la comprensión de las medidas adoptadas y de sus consecuencias; así se evita la especulación. Gustavo Petro debe dejar de cacarear su promesa básica de cambio a punta de titulares, e impartir serenidad en su equipo, en sus seguidores que no permiten siquiera una crítica o comentario respetuoso y, más que todo, ante los 50 millones de colombianos que gobierna. Se vienen momentos difíciles y se requiere crear confianza y tener capacidad para oír al otro. 

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