Paola Herrera
17 Agosto 2022

Paola Herrera

Transición sí, pero no así

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Bastante revuelo en el país generaron las declaraciones que la semana pasada dio en la emisora Blu Radio, la nueva ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, quien, en medio de su defensa por la promesa que el actual Gobierno hizo en campaña, de lograr una justicia ambiental, confirmó que no se firmarán nuevos contratos para exploración de gas en Colombia. 
 
Sin embargo, esa no fue la única razón de la controversia. La noticia que surgió tras esa entrevista, que duró aproximadamente 25 minutos, se centró en la posibilidad de importar gas de Venezuela, cuando en siete u ocho años se acaben las reservas que tenemos acá. Esa declaración dio la vuelta en todos los medios de comunicación y todavía se habla con mucha preocupación sobre el tema. 

Y claro que genera confusión y hasta prende las alarmas el pensar que Colombia podría depender de otro país para abastecerse de ese hidrocarburo. No obstante, hay varios puntos que se pueden analizar sobre lo que dijo la ministra Vélez y sobre los planes del Gobierno, en relación con un tema que será crucial en los próximos cuatro años. 

En primer lugar, hay que destacar la contundencia de la nueva administración frente a la importancia de continuar con la transición energética, como ya lo venía adelantando el anterior gobierno que adjudicó más de 3.000 megavatios en subastas de renovables, y hacerlo de manera segura. Según la ministra, no se trata de dar un salto al vacío sino de crear toda una matriz, a través de una transformación justa que evite crisis sociales y también empresariales.

El objetivo es,, entonces, promover los proyectos de autogeneración, de cogeneración y, por supuesto, pensar también en los usuarios finales de manera que los costos sean razonables y que la cobertura y el acceso al servicio llegue a todas partes, hasta a los territorios más apartados del país. 

Eso es lo que prometió en campaña el hoy presidente Gustavo Petro y para su ministra es muy importante cumplirles a los votantes de este proyecto político que también le apostaron al cambio en materia ambiental. Por esa razón, insiste en que no se firmarán nuevos contratos para la exploración y explotación de hidrocarburos, es decir, para gas y petróleo. 

Justamente, el presidente Gustavo Petro recordó, en el encuentro de la semana pasada con los empresarios, que a él no le gusta el gas porque no es limpio y para poder combatir el cambio climático, es necesario y urgente reemplazarlo por una energía renovable. 

En eso tiene razón. Como lo dijo la geocientífica de la Universidad de los Andes, Daniela Álvarez Gallo, considerar el gas como una energía verde es solo una maroma de los países europeos para enfrentar y tal vez justificar la falta de abastecimiento y de otras alternativas en tiempos de guerra. 

Álvarez recuerda que el gas sí genera menos contaminación ambiental y es más costo eficiente, pero no es cero emisiones de CO2 y mucho menos contribuye a mitigar los gases efecto invernadero.

Por eso la idea de sustituirlo es importante para el país, pero lo es aún más el hecho de querer ser los primeros en lograr un sistema de generación de energías alternativas, que, sumado a un sistema de interconexión, nos permita no solo poder autoabastecernos sino incluso venderles a los vecinos en la región. 

Para este nuevo Gobierno, según se ha dicho en varios escenarios, el objetivo es estar a la vanguardia en materia de innovación energética amigable con el medioambiente y no quedarnos esperando a que lo hagan los otros países siendo, nuevamente, el patio trasero de quienes no le tienen miedo a la transición.

Sin embargo, es importante decir también que el camino para llegar a ese punto no será fácil y puede tardar algunos años más. Y es que el gran problema que hoy afronta Colombia es precisamente el de la interconexión, es decir, sacar esa energía que se está generando de forma alternativa, por ejemplo, en los parques eólicos de La Guajira o con los parques solares en otras zonas del país, para llevarla a todo el territorio nacional y que no sea costoso. 

Mientras tanto, la ministra da un parte de tranquilidad que no deja muy tranquilos a muchos. Según ella, los contratos de gas que están vigentes hoy día van a seguir su curso normal. También aseguró que hay 180 proyectos de exploración de hidrocarburos en el país y que lo que se espera es que sean exitosos para encontrar más reservas y garantizar el autoabastecimiento.

Pero entonces, ¿hizo el Gobierno una promesa de campaña sin haber estudiado y analizado el posible éxito de esos proyectos vigentes?, ¿estamos dejando al azar el que se encuentren nuevas reservas, mientras ya no tenemos más contratos? Nos tocará ponernos a rezar para que encontremos más gas mientras se concreta la política de cero combustibles fósiles del presidente Petro. 

No se le puede olvidar ministra, que una de sus funciones en la cartera de Minas y Energía es, precisamente, garantizar el suministro para el uso doméstico e industrial, siempre y de manera continua.

Ahora bien, ¿no es una contradicción decir que queremos ser los pioneros en materia de generación de energías limpias y al mismo tiempo hablar de conectarnos con Venezuela para traer de allá los hidrocarburos? Si se pretende defender la soberanía energética, depender de otro país es todo lo contrario. 

Sobre eso Vélez responde que toda la capacidad del Gobierno estará enfocada en crear la matriz energética y que no se van a quedar cruzados de brazos viendo cómo se acaba el gas. Afirma que le apostarán a tener nuevas granjas solares, más generación eólica, desarrollos de hidrógeno verde, entre otros. 

Ahí aparece un nuevo problema y es el de las consultas previas. De los 3.000 megavatios que dejó adjudicado el gobierno anterior, solo han podido empezar a entregarse 1.000, porque las comunidades no han permitido seguir adelante con los proyectos. Para nadie es un secreto que las consultas previas siempre son un palo en la rueda y seguramente esta nueva administración también tendrá que lidiar con ese chicharrón.

Hay que tener en cuenta que eso puede tardar y son pocos los años que nos quedan para agotar las reservas que tenemos y para poder suplir con nuevas energías, por lo menos, la demanda interna, que se puede ver afectada, nuevamente, por el problemita de la interconexión y el de las consultas. En ese caso, hay un gran riesgo de que se afecte el bolsillo de los colombianos que tendrían que pagar más cuando se acabe el gas colombiano. 

Eso es lo más grave. Recuerde, presidente Petro, que usted también prometió proteger a las clases más vulnerables. El escenario en el que se acaba el gas, no está lista la matriz energética y toca recurrir a importarlo, va completamente en contra de los usuarios. Naturgas ha calculado que la tarifa para los ciudadanos se incrementaría cinco veces su valor, debido a lo costoso que saldrá el transporte desde el vecino país y la distribución para que llegue a todas las regiones de Colombia. 

Por eso espero que replanteen esa posibilidad. Además, porque no tiene sentido hablar de cuidar la “casa grande”, como la ministra llama al país, trayendo un gas de Venezuela que es igual de dañino y perjudicial para el medioambiente, para los consumidores y para el cambio climático.

Ojo ministra, que se sigan generando emisiones en Colombia, lo que usted no quiere que pase, al usar el gas venezolano y, como si fuera poco, que a todos nos cueste mucho más, definitivamente no es lo que prometieron. Nadie niega la importancia de la transición, pero esperamos una transición coherente, con la que haya una verdadera justicia ambiental y la tan aclamada justicia social que a ustedes los hizo ganar.

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