Helena Urán Bidegain
15 Abril 2022

Helena Urán Bidegain

Un hombre y su compromiso

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“Más vale morir por algo que vivir por nada”

Epitafio en la tumba de José Eduardo Umaña Mendoza

 

Hace 24 años, un 18 de abril, dos hombres y una mujer entraron a la casa de Eduardo Umaña Mendoza y por encargo de representantes del Estado lo asesinaron. Su muerte es otro de los miles de crímenes de Estado aún sin resolver en Colombia.

En un país que ha permanecido en manos de hombres que acrecientan su poder sometiendo a la miseria, a la injusticia y al dolor a otros, la labor y compromiso de Eduardo Umaña Mendoza resultaba irreemplazable para aquellos por los que luchó y su carácter indoblegable era amenazante para quienes, siempre y a pesar de los riesgos, demandó.

Con estas líneas quiero honrar la memoria del gran ser humano que fue él.

Umaña Mendoza luchó contra la criminalización de la protesta social, por tipificar la desaparición forzada en Colombia como causa penal cuando aún se acusaba a las personas desaparecidas de haber corrido esa suerte por borrachas, contra la privatización de empresas públicas como la ETB o Telecom, defendió los derechos de los detenidos políticos, a quienes iba a visitar cada semana en la cárcel; los de los desaparecidos como, por ejemplo, los del Palacio de Justicia; los de las víctimas del paramilitarismo de Estado, sindicalistas, entre otras tantas enormes batallas. Además, fundó lo que sería más adelante el Colectivo José Alvear Restrepo (CCAJAR), una de las organizaciones de abogados defensores de derechos humanos más importantes de Colombia.

La lista podría seguir porque para él su lucha era en realidad un sentido de vida.

Su compromiso con la defensa de los derechos humanos no solo en lo profesional, sino también en lo humano, con aquellos que sufrían y eran excluidos en una sociedad injusta, clasista e hipócrita como la colombiana, era incansable. Acompañó siempre con respeto a quienes desde el poder eran vulnerados, porque no asumía su labor como una en la que él representaba a las víctimas o las atendía, sino como personas con un recorrido y papel determinante a las que él se unía en fraternidad.

Su hijo Camilo Umaña Hernández lo describe así: "Mi padre entendía que la defensa de los derechos humanos no era solo jurídica sino política, no solo política sino social, no solo social sino íntima".

En un país con una euforia fanática de la guerra, en el que muchos solo saben del heroísmo en la línea de fuego, la lucha de Eduardo Umaña Mendoza –asumida como el heroísmo de la paz y la justicia– es un heroísmo cotidiano que desafía a exprimir todas las posibilidades a la vida y a vivir no solo una, sino varias vidas a la vez, ese heroísmo es lo que más necesita Colombia. Sus ideas y luchas siempre estarán con nosotros.

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