Catalina Ceballos
26 Junio 2023

Catalina Ceballos

Cultura de Paz

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La semana pasada sucedió un encuentro en la Universidad de las Artes (Universidad Pública) en Guayaquil sobre cultura y economía. Días antes habían estado conversando sobre cómo la cultura sirve para comprender la violencia y el conflicto, en particular ahora, cuando se hace necesario enfrentar las violencias que surgen del narcotráfico. Llamó mi atención el tema porque siempre he dicho que la cultura debe estar sentada en la junta directiva de Ecopetrol y en las mesas de diálogo con el ELN. No se trata de pensar la cultura como la definió García Márquez, como el aprovechamiento social del conocimiento, prefiero pensar en la definición de Néstor García Canclini: “El conjunto de intervenciones realizadas por el Estado, las instituciones civiles, y los grupos comunitarios organizados a fin de orientar el desarrollo simbólico, satisfacer las necesidades culturales y obtener consenso para un tipo de orden o transformación social”. Y qué más transformación social que la anhelada paz.

De hecho, desde el año 1998 en el Congreso de Yamusukro de la Unesco, se promovió la cultura de paz para fomentar valores, acciones y proyectos para evitar la violencia y encontrar soluciones pacíficas a los conflictos. De ahí surge la Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz que ha sido incorporada a las constituciones de Ecuador y Bolivia.

Sumemos a esto el tiempo dedicado por parte de la Comisión de la Verdad en su componente de arte y cultura, el trabajo que hizo la comisionada Lucía González con el legado, un dispositivo racional y emocional con herramientas para entender el conflicto y caminar hacia la convivencia y reconciliación. No sobra recordar las palabras del padre Francisco de Roux: “A través de la cultura se crean condiciones para que la dignidad humana se pueda vivir en plenitud”.

La paz gestionada desde la cultura resulta no en un acto circunstancial, se trata de entender el conflicto desde la pérdida de resguardos indígenas, entender, las transiciones económicas cuando se pasa de cultivar papa a coca, comprender la dimensión ancestral de un río por el que además de la navegación de embarcaciones han sido ríos de sangre.  Entender el papel de la guardia cimarrona en los procesos históricos de resistencia. Se trata de ver una y otra vez Guadalupe Años Cincuenta del Teatro La Candelaria. Escuchar a la Muchacha cantando La Sentada “nos embutieron la guerra hasta el fondo de la tráquea” o leer en voz alta Los Ejércitos de Evelio Rosero, o simplemente bailar cumbia hasta el amanecer para olvidar el dolor que nos cala los huesos esta interminable y absurda guerra.

Pues precisamente, en Medellín, hace unos días, la viceministra encargada de patrimonio y fomento regional, del Ministerio de cultura, Adriana Molano, presentó el proyecto programa en cultura de paz en el que como principio se asume que los saberes locales, las diversas expresiones artísticas, el patrimonio cultural y la participación ciudadana son elementos transversales en la construcción de paz y el desarrollo territorial, quienes trabajan en este sector saben que las políticas públicas culturales han sido históricamente concertadas en un trabado de cocreación entre la sociedad civil, la institucionalidad y el movimiento cultural, de ahí han salido políticas transversales, sectoriales y territoriales. Trabajar en mesas de participación deliberativa en temas relacionados con la paz resulta en lo justo, a propósito del año que se cumple de la entrega del Informe Final de la Comisión de la Verdad. 

El programa fortalecerá las experiencias artísticas y culturales orientadas a detonar procesos de reflexión sobre las causas y efectos del conflicto armado y las diferentes violencias, además de las formas en que se abordan los conflictos en nuestra sociedad. El programa parece que cuenta con recursos, a mi manera de ver, lo más importante es que quede como un documento de política pública, que atraviese la memoria y la reconstrucción del conflicto. Que sus ejes transversales sean los derechos humanos y una democracia sana. Ojalá contribuya a la gestación de comunidades más justas y menos violentas, que los creadores que participen, tengan intenciones estéticas y éticas y que la sensibilidad sea un camino y un lugar de llegada. 

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Este fin de semana entre el 1 y el 3 de julio, se llevará a cabo la segunda versión de la Feria del Libro de Honda “Río de Mujeres”, se contará con la presencia de mujeres del mundo de la literatura como: Margarita Rosa de Francisco, Florence Thomas, Elizabeth Castillo, Mariana Matija, entre otras. Mientras tanto en Bogotá, ocurrirá el Festival Gabo, un evento con una agenda de actividades diseñadas para celebrar las mejores historias de Iberoamérica, de las voces de los periodistas más destacados de la región. Talleres, entrevistas, charlas magistrales  y la presentación del Gran Combo de Puerto Rico. ¿Y usted? ¿Qué va a escoger?

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