Luis Alberto Arango
22 Marzo 2024

Luis Alberto Arango

Empresarios y fuerza laboral: pilares de estabilidad

Ante la parálisis y polarización causada por el Gobierno, los empresarios y la fuerza laboral colombiana deben ser cimientos fuertes que mantengan el avance del aparato económico del país.

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El anuncio del presidente Gustavo Petro, el pasado 15 de marzo, sobre la necesidad de convocar una Asamblea Constituyente en Colombia, desató un terremoto político que parece ser más bien la fórmula ideal para desviar la atención de las ineficiencias y fracasos de su gobierno. En un país que aguardaba con esperanza el primer gobierno de izquierda, prometedor de cambio, la realidad ha sido un cúmulo de desaciertos que pesan más que sus aciertos.

La propuesta de Petro surge de una contradicción: afirmó que si su gobierno, elegido popularmente, no puede aplicar la Constitución actual debido a obstáculos externos, entonces se hace necesaria una revisión constitucional. Sin embargo, es un falso silogismo: si el problema radica en la implementación de la Constitución, ¿cómo podría un nuevo texto resolver estos desafíos sin caer en los mismos obstáculos?

“Esta iniciativa, lejos de ser una solución, agregará más leña al fuego en los dos años y medio restantes de su mandato”.

Esta iniciativa, lejos de ser una solución, agregará más leña al fuego en los dos años y medio restantes de su mandato. La administración Petro, que prometía ser un gobierno del cambio y por lo tanto de esperanza, para quienes votaron por él, ahora enfrenta críticas no solo por sus políticas y ejecuciones fallidas sino también por una serie de cuestionamientos legales de su entorno familiar y decisiones controversiales que han minado su credibilidad.

Desde la problemática adjudicación del contrato para hacer los pasaportes, pasando por la pérdida de la sede de los Juegos Panamericanos en Barranquilla y el escándalo de los carrotanques de La Guajira, continuando con el nombramiento cuestionable de funcionarios y diplomáticos, hasta la convocatoria de manifestaciones contra la Corte Suprema de Justicia, el gobierno ha mostrado una inclinación hacia la ineficiencia, la inexperiencia, la ausencia de control, y, en algunos casos, la imprudencia. El llamado a una Asamblea Constituyente, en este contexto, evidencia un intento desesperado de redirigir el curso de un gobierno que navega en aguas turbulentas, más que un plan coherente para el futuro de Colombia.

Hoy en día, el gran acuerdo nacional, el cambio y ahora la Asamblea Constituyente van a terminar siendo eslóganes vacíos de lo que quería hacer el primer gobierno de izquierda y no hizo, según ellos, por culpa de los demás. Para la muestra, el gran acuerdo nacional que Petro ha venido proponiendo desde hace varios meses, es imposible de llevar a cabo mientras el presidente y su gobierno sigan atizando la polarización de los diferentes sectores del país, acusándolos de no pensar como el gobierno quiere.  

La insistencia por parte del presidente Petro en que cambiar la Constitución es la panacea para los males de Colombia contradice su anterior postura, en la que afirmaba que la Constitución actual era suficiente para impulsar los cambios necesarios que requería el país. No hay que decirnos mentiras, la Constitución puede ser un documento perfecto, pero no resolverá los problemas de un país, si no hay un gobierno que los gestione, administre y resuelva decididamente, con el concurso de la rama legislativa y judicial.

“Los desafíos impuestos por el gobierno de Petro no deben ser un impedimento para el progreso y el desarrollo económico del país”.

En este escenario de parálisis y polarización, el papel del sector empresarial y de la fuerza laboral colombiana se vuelve crucial. Los desafíos impuestos por el gobierno de Petro no deben ser un impedimento para el progreso y el desarrollo económico del país. La comunidad empresarial, junto con todos los empleados del país, debemos continuar trabajando con determinación y responsabilidad para mantener a Colombia a flote.

Hay problemas que el gobierno Petro parece desconocer, mientras hace propuestas que en nada resuelven los problemas del país. Por ejemplo, la acelerada revaluación del peso tiene a floricultores y otros sectores agroexportadores en serias dificultades económicas, poniendo en riesgo cientos de miles de empleos. En el ámbito laboral, la alta rotación de personal y costo derivado de dicha realidad es un asunto que no se ha tratado con profundidad en la propuesta de reforma laboral. Por el lado del sector de la salud, dada la iliquidez del sistema, muchas IPS del país tienen déficits de caja que les impiden prestar sus servicios a cabalidad con consecuencias en la salud de los colombianos.

En un contexto mayor, el plan de reindustrialización quedó plasmado en un documento Conpes en diciembre de 2023 y más allá de los discursos de gobierno, no se ha hecho visible en ninguna política puntual emanada desde la rama ejecutiva. Los anteriores son una muestra de muchas otras problemáticas y retos que el gobierno debería abordar de manera asertiva y decidida. En lugar de ello, somos testigos semanales de una sistemática gestión presidencial que desvía recursos y esfuerzos del gabinete. 

Los ministros y sus equipos intentan en vano mantener la coherencia de la grandilocuencia de los discursos presidenciales, que suelen presentar ideas y propuestas improvisadas que terminan por desviar la agenda política del país de sus urgencias más apremiantes.

Es imperativo que, frente a estas tormentas políticas innecesarias creadas por el gobierno, los colombianos nos enfoquemos en defender el aparato productivo y las instituciones que permiten el avance económico. La generación de empleo, la producción de bienes y servicios, y la creación de valor son fundamentales no solo para el bienestar social sino también para sostener la operatividad del país a través de los impuestos.

“La resiliencia y la determinación de su gente serán esenciales para superar los retos actuales y construir un futuro prometedor”

Ante la próxima cita electoral, es crucial que Colombia no se deje llevar por la distracción y la polarización. La resiliencia y la determinación de su gente serán esenciales para superar los retos actuales y construir un futuro prometedor. La propuesta de una Asamblea Constituyente, lejos de ser la solución, es otro obstáculo en el camino. El verdadero cambio requerirá de un esfuerzo colectivo, basado en la acción concreta y el compromiso con los principios democráticos, más allá de las promesas y las contradicciones políticas del gobierno actual.
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