Valeria Santos
5 Marzo 2023

Valeria Santos

Las palabras más difíciles

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

Para ningún papá y hermano en el mundo puede ser fácil pedirle a la Fiscalía que adelante las investigaciones necesarias para determinar si sus familiares son o no unos delincuentes. El comunicado firmado por el presidente Petro el pasado jueves en donde pide esclarecer las posibles responsabilidades penales de su hermano, Juan Fernando Petro Urrego, y su hijo, Nicolás Petro Burgos, han tenido que ser las palabras más difíciles escritas por el presidente. El problema es que los escándalos que rodean al hermano y al hijo del mandatario, y la posibilidad de que hayan recibido dineros oscuros, no serán solo un momento complejo en la vida personal de Gustavo Petro; terminarán marcando el inicio de otra horrible noche en la historia de Colombia.

Hace tan solo unos meses, un sector amplio del país celebraba la llegada del primer Gobierno de izquierda: la posibilidad, por fin, del tan anhelado cambio, los nadie y los excluidos en el poder. Esta semana, cuando ni siquiera ha pasado un año desde la posesión de Gustavo Petro, los colombianos seducidos por los discursos contra el establecimiento, la corrupción, las mafias, los clanes y la política tradicional se despertaron del hechizo y se estrellaron con la misma historia de antes: el poder cooptado por la mafia y los mismos de siempre, embriagado de codicia y vanidad, volvió a secuestrar a Colombia, o más bien, nunca la soltó.

Lo revelado por la prensa sobre el dinero presuntamente entregado a Nicolás Petro Burgos por el excongresista y narcotraficante Samuel Santander Lopesierra, conocido como “el Hombre Marlboro”, y el cuestionado Alfonso ‘el Turco’ Hilsaca, investigado por concierto para delinquir y homicidio, no se puede reducir a una dolorosa traición de un hijo a su padre. El perfil de Petro Burgos; sus influencias en la campaña; las reuniones, según los chats revelados por Semana, con la ministra del Deporte, la directora del Departamento de Prosperidad Social, el papá de la ministra de Minas, la ministra de Salud, el ministro de Educación y el director administrativo de la presidencia, Mauricio Lizcano; y los supuestos cupos entregados por el ministro del Interior, Alfonso Prada, demuestran que la influencia e injerencia que ha tenido el hijo del presidente en el gobierno de su padre es innegable y además, que es casi imposible que el presidente Petro no supiera.

De hecho, el comunicado donde el presidente pretende librarse de responsabilidad llegó tarde. Si ya conocía hace un mes lo revelado por Days Vásquez, ¿por qué sacó el comunicado justo antes de que se hiciera público?

La foto de Petro Burgos donde posa sin vergüenza alguna con el hijo de Musa Besaile ha debido alertar a los fieles seguidores del mandatario; sin embargo, prefirieron continuar hipnotizados por las mieles de la demagogia y el populismo. Pero ahora no tienen excusa. Si realmente existe un gramo de coherencia, sensatez y honestidad en la furiosa barra brava petrista, deben pedirle explicaciones al Gobierno que les prometió un cambio y se degeneró en el camino, al que les vendió ilusión y les entregó más de lo mismo, al mandatario que criticaba a los hijos de Uribe y se despachaba en contra del gobierno de Duque por su cercanía con el Ñeñe Hernández, al que prometió acabar con la corrupción y ha pactado con todos los clanes políticos. Este Gobierno, que es igual a los demás, tendrá que responder.

También tendrá que responder el presidente por su hermano Juan Fernando Petro y de paso, pedirle disculpas a Ricardo Calderón, quien valientemente reveló el “pacto de la Picota” en Noticias Caracol y tuvo que sufrir las consecuencias de las histéricas bodegas detrás del mandatario, que trataron de desprestigiarlo y acabar con su buen nombre y honra. Es demasiado el ruido alrededor de la gestión del hermano del presidente en las cárceles del país y la posibilidad de que también haya recibido dinero para negar extradiciones y nombrar a delincuentes como gestores de paz. Además, es muy grave lo revelado por Caracol Radio sobre la reunión del hermano del presidente con grupos armados en Medellín antes de la segunda vuelta presidencial.

Esta semana el presidente Petro escribió las palabras más difíciles. Lo anterior no sería más que otra tragedia familiar si su vida no estuviera íntimamente relacionada con la de todos los colombianos. La familia del gobierno que prometió un cambio gobierna, pone y quita funcionarios y ahora presuntamente también recibe plata mal habida para enriquecerse. La misma historia, desgraciadamente para Colombia, otra vez se repite. El supuesto despertar del país nos hundió aún más en la oscura noche.

Más vale que las autoridades esclarezcan las responsabilidades de los familiares del presidente Petro. Aunque lo revelado hasta ahora parece no dejar duda de la veracidad de los hechos, las autoridades en Colombia, que siempre han fracasado en controlar el excesivo y voraz poder presidencial, tendrán la última palabra.

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí

Más Columnas