Yezid Arteta
14 Marzo 2024

Yezid Arteta

A marcha forzada

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Las marchas multitudinarias no se decretan. Cientos de miles de personas no se toman las calles por capricho de un político al uso. La decisión de ir a una marcha, contra viento y marea, obedece a factores subjetivos. Una subjetividad que gravita, como un gas liviano, sobre la cabeza de millares de personas que están hartas de un estado de cosas. Un hastío que se vive y comenta en el bus, la casa, el bar, la plaza de mercado, la fábrica, el taxi, la oficina, el prostíbulo, el gimnasio, la universidad, el estadio o la esquina del barrio. Una sensación de crisis generalizada que lleva a los individuos a juntarse para formar una multitud: un sujeto de cambio. 

Nada de esto está ocurriendo en el país presidido por Gustavo Petro. Cincuenta o cien mil personas reunidas en Bogotá y unas cuantas capitales dice muy poco. Como las del 6 de marzo. Mucho ruido y pocas nueces. Una muestra insignificante para una país con más de cincuenta millones de habitantes. Nada comparable con las marchas contra el secuestro en 2008, las estudiantiles de 2011, las agrarias del 2013 o las del estallido social de 2021. Eventos multitudinarios, intergeneracionales y policlasistas que se extendieron por toda la geografía nacional durante días, semanas y meses.  

La espontaneidad es el sello de la multitud. La política no siempre está enchufada con la realidad. La mayoría de operadores políticos de Colombia están desconectados de la gente. Mucha ideología y poca realidad. Creen que sus angustias existenciales o las peleas que tienen en casa, son las del ciudadano de a pie. Es cuando recurren a la propaganda, el engaño, la manipulación o la limosna para llevar gente a la calle. Tratan de forzar la realidad. Las marchas forzadas sólo tienen lugar en el estamento militar.

Cuando a una misma marcha asiste la chica, la madre y la abuela, hay que tomar nota. Algo está pasando en las entrañas de un país cuando esto sucede. Ocurre, por ejemplo, en España los 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer. Tres generaciones de una misma familia se juntan para luchar contra la discriminación, la brecha salarial, la violencia machista y un largo etcétera. 

El 6 de marzo marcharon en Colombia “los viejos” —como dice Petro—, y el 8 de marzo una mayoría de mujeres jóvenes. En las marchas de la oposición van los abuelos y en las del gobierno los jóvenes. Una ruptura generacional que pocos políticos colombianos consiguen interpretar, porque se la pasan chillando o haciéndose selfis en las “sesiones” del Congreso, mientras que la gente del común trabaja o sale a buscarse la vida con el cuchillo entre los dientes. 
 
La derecha grita como un loco huido del manicomio. El centro habla entre dientes porque tiene la boca llena. La izquierda, Viejo Topo, si no pone los pies sobre la tierra, puede quedarse sin el gobierno y sin la calle.   

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