Mauricio Cabrera
2 Junio 2023

Mauricio Cabrera

¿Se necesitan nuevos contratos de exploración?

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El debate sobre la política petrolera del país se ha centrado en discutir si se autorizan o no nuevos contratos de exploración. Es una discusión improductiva, extemporánea y que distrae de los verdaderos problemas de la producción de hidrocarburos y de la transición energética.

Además es una discusión que tiene mucha carga ideológica y política. De hecho entre 2014 y 2020 solo se realizó una ronda de adjudicación en 2016, pero en esa ocasión no se firmaron nuevos contratos. Es decir, cinco años sin nuevos contratos y nunca se generó ningún debate.

Es muy probable que en unos años si se necesite adjudicar nuevos contratos de exploración, pero en el corto y mediano plazo al país no le va a pasar nada si en dos o tres años no se firma ninguno, porque hay suficiente actividad exploratoria en marcha, y porque el resultado de los nuevos contratos toma tiempo en materializarse.

NUEVOS CONTRATOS DE EXPLORACIÓN SOLO PRODUCIRÁN PETRÓLEO EN LA PRÓXIMA DÉCADA 

En el imaginario colectivo se ha creado el mito de que los nuevos contratos de exploración nos van a permitir aumentar las reservas de petróleo en unos pocos años, y que van a eliminar el riesgo de  una escasez de gas en 2026. Es solo un mito alejado de lar realidad y alimentado por intereses políticos. 

Si se empezara a preparar ya mismo una nueva ronda de ofrecimiento de áreas para explorar, con mucha suerte los primeros pozos podrían empezar a producir hacia el año 2030, y lo más probable es que se demoren en promedio unos diez años o más. 

Por ejemplo, el anuncio que hicieron Ecopetrol y Repsol de pozos productivos en el bloque CPO 09 en el piedemonte llanero, corresponde a un contrato de la ronda de 2008. Así mismo, los grandes descubrimientos de gas costa afuera de La Guajira, corresponden a contratos de la ronda de 2010 y faltan por lo menos tres años para que entren en producción.

Explorar hidrocarburos no es soplar y hacer botellas. Por el contrario es un proceso largo y riesgoso. Todo comienza con lo que se conoce como una “Ronda Colombia”, que es una especie de licitación organizada por la ANH en la que se ofrecen áreas (llamadas bloques) con existencia potencial de hidrocarburos y las compañías interesadas hacen sus ofertas; ese proceso puede tomar hasta un año, como sucedió en la Ronda 2021 que se empezó a preparar desde el comienzo de ese año y se asignaron las áreas en Diciembre. A esto se suman unos tres meses para la negociación y suscripción de los contratos respectivos.

Una vez firmado el contrato empieza una fase preliminar en la que se realizan actividades de verificación, confirmación y/o certificación de posibles grupos o comunidades étnicas en la zona de influencia, después de lo cual se procede a solicitar la licencia ambiental, requisito indispensable para iniciar la exploración propiamente dicha, para la cual los contratos establecen un plazo de seis años prorrogables, o nueve años cuando son bloques costa afuera.

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Como se aprecia en el cuadro, la fase de exploración puede durar un mínimo de 105 meses (8,1 años), y un máximo de 180 meses (15 años), después de los cuales hay que gestionar una nueva licencia ambiental para la explotación, que toma por lo menos un año más antes de que empiece la producción y comercialización . 
La conclusión clara es que nuevos contratos de exploración solo producirán petróleo o gas en la próxima década. Por supuesto, con suerte también se pueden dar unos casos excepcionales de éxitos tempranos, pero en el pasado el mínimo plazo requerido ha sido de seis años desde la firma del contrato hasta la sacada del primer barril. 

EL POTENCIAL DE LOS CONTRATOS DE EXPLORACIÓN VIGENTES 

Lo anterior no significa que nos vamos a quedar sin petróleo en 7.5 años, o sin gas en 8.2 años, que es la cifra real de la duración de las Reservas Probadas (1P) de estos combustibles. La buena noticia es que con los contratos de explotación vigentes, el país cuenta con un volumen muy importante de recursos de petróleo y gas ya identificados, que, con más actividades de exploración y la aplicación de nuevas tecnología,s con toda seguridad van a aumentar las reservas de hidrocarburos.

Un primer grupo de recursos son las Reservas Probables y Posibles que son yacimientos en los que todavía hay incertidumbres técnicas, regulatorias o ambientales sobre la posibilidad de explotarlos. En el caso del petróleo son 1.425 MBP, y en el del gas 1.394 GPC, que equivalen respectivamente al 69 % y 50 % de la reservas probadas. 

Después vienen los recursos contingentes que son aquellos que se encuentran en áreas exploradas o en desarrollo y están respaldados por evidencia geológica y datos preliminares, pero que aún no se consideran lo suficientemente maduros para el desarrollo comercial debido a una o más contingencias. Los de petróleo son el 114 % de las reservas probadas, y los de gas el 180%. Por ejemplo, así se clasifican los yacimientos de gas de Gorgon y Purple Angel, porque todavía no existe la infraestructura para el transporte. 

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También hay otros recursos identificados en las primeras etapas de la exploración, como los ya descubiertos por verificar y delimitar mediante nuevos pozos y los Prospectivos que requieren, por ejemplo, más estudios de sísmica. En total estas dos categorías podrían duplicar las reservas de petróleo y multiplicar por ocho las de gas. Por supuesto no todo ese volumen se va a convertir en Reservas Probadas, pero la conclusión es que hay un gran potencial de aumentarlas con actividades de exploración ya contratadas.

La gran dificultad para tener más petróleo o gas no es la falta de nuevos contratos, sino las dificultades para realizar la exploración, que son principalmente de tres tipos: uno, las sociales por la negociación -y a veces el chantaje de la comunidades de las zonas potenciales; dos, las ambientales por la complejidad de obtener las licencias respectivas y tres las de orden público por las amenazas de los grupos armados ilegales. 

Estos son los verdaderos problemas de la política petrolera y superarlos debe ser la prioridad del gobierno para garantizar la continuidad de la producción de hidrocarburos.

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