Juan Camilo Restrepo
21 Marzo 2024

Juan Camilo Restrepo

Seis hipótesis sobre la constituyente

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La propuesta de Gustavo Petro de llamar a una constituyente debe obedecer a alguna razón. Algo tan importante como cambiar la carta política del 91 no se lanza al ruedo movido simplemente por el calor de la nutrida manifestación de la minga indígena trasladada a Cali la semana pasada. 

Propongo seis hipótesis para tratar de descifrar tan imprevista propuesta.

Primera hipótesis: 

Que Petro crea de verdad que la Constitución del 91 es la causa que está impidiendo el avance de sus reformas en el Congreso. Si tal es el caso, debería al menos indicar qué artículos de la carta vigente están obstaculizando el curso de dichas reformas. No lo ha hecho y como simplemente no existen la primera hipótesis debe desecharse.

Segunda hipótesis:

Que Petro pretenda que se está traicionando el mandato de 11 millones de colombianos que recibió en 2022, y que, por lo tanto -para refrendar dicho mandato- se necesita una constituyente. Hipótesis también  infundada. Los mandatos políticos tienen fechas de vencimiento y el que alega Petro caducó. Caducó en las elecciones regionales del año pasado cuando el petrismo recibió una apabullante paliza. 
Los grupos políticos verdaderamente petristas en el Congreso no representan hoy más del 25 por ciento de las curules parlamentarias. No pueden pretender entonces que un 25 por ciento le imponga al restante 75 por ciento unas reformas mal estudiadas, peor cuantificadas, y que ya empiezan a ser rechazadas por los partidos políticos en las votaciones de las comisiones respectivas como viene aconteciendo con la de la salud. 

¿Culpa de la Constitución del 91? No. Culpa de que el mandato que recibió Gustavo Petro en 2022 caducó en las pasadas elecciones por el mal gobierno, tal como lo refrendan y de manera consistente todas las encuestas de opinión.

Tercera hipótesis:

Que Petro crea que las reformas y en general las leyes se pueden aprobar a codazos en un Congreso en donde por lo demás el Gobierno no cuenta con mayorías. Y que por lo tanto son aceptables los fórceps políticos, la mermelada a rodos. O las amenazas como las del Ministerio del Trabajo que dijo –como si el cumplimiento de la ley fuera un arma arrojadiza para amedrentar al Congreso- que si este no aprobaba las reformas, entonces iban a aplicar las normas contra las empresas que hicieran prácticas antisindicales. 

Como si la ley fuera algo que se aplica cuando el Congreso no le marcha pero que se deja de aplicar si el Congreso se somete sumiso a todo lo que diga la casa de Nariño. Hipótesis también equivocada.

Cuarta hipótesis:

Que Petro crea que algo tan delicado como una constituyente se puede convocar como una amenaza: “si el Congreso no aprueba a pie juntillas todo lo que he propuesto entonces convoco a una constituyente”. Es lo que en esencia ha dicho Petro. Olvidando que un cambio en la Constitución deben ser el resultado de grandes acuerdos nacionales y nunca de amenazas que es lo que está haciendo en el presidente Petro. O con propósitos escondidos de que una constituyente le abra las puertas hacia una reelección. Cosa que tampoco se la van a aprobar nunca los electores colombianos. 

Esta es acaso la hipótesis más disparatada en caso de ser verdadera.

Quinta hipótesis:

Que Petro crea realmente que va a poder cumplir con los complejos trámites que necesita el llamado de una constituyente. Trámite complejísimo que requiere, primero, la aprobación por el Congreso de una detallada ley que llame a la asamblea, luego de otra ley que apruebe sus contenidos -que deben ser especificados en la ley- y aprobada por último por al menos un tercio del censo electoral (11 millones de sufragios). 
Hipótesis imposible de cumplir en lo que le queda de mandato al actual gobierno.

Sexta hipótesis:

Que no se trate de ninguna de las hipótesis anteriores sino de una propuesta distractora más, imposible de llevar a la práctica, que le echa la culpa del desgobierno que vive Colombia y del caos parlamentario que está creando la pretensión atolondrada de Gustavo Petro para que –sin acuerdos ni transacciones- el 25 por ciento del Congreso le imponga al 75 por ciento restantes los caprichos gubernamentales. 

Si tal es el alcance de esta última hipótesis, conducirá a que no hablemos de otra cosa en el país durante las próximas semanas.  Para luego apagarse melancólicamente como ha sucedido con tantos otros anuncios de este gobierno. 

Esta última hipótesis creo que es la más probable, y con ella me quedo.
 

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