Valeria Santos
13 Mayo 2023

Valeria Santos

Ser madre

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Ser madre en nuestro país, demasiado a menudo, es dar a luz lo que otros quieren apagar. Y no voy a  hablar hoy sobre mi maternidad, esa llena de privilegios e indulgencias que, aunque también viene con miedos y dudas, no representa lo que es ser madre en Colombia. Porque la realidad de la mayoría de las mamás colombianas está marcada por la temprana e injusta derrota de no poder proteger, ni siquiera de una muerta evitable, a su razón de ser. Cuidar, anidar, amparar o incluso proveer son verbos casi imposibles de conjugar para demasiadas mamás colombianas. Y ahí es donde paradójicamente se fecunda y reproduce nuestra maleza: en quitarles a tantas madres la posibilidad de escribirles a sus hijas e hijos ese mejor destino que a ellas se les negó, a muchas justamente por ser mamás. 

En Colombia la pobreza tiene cara de mamá. Hay más de doce millones de mujeres cabeza de hogar, la mayoría desempleadas, buscando en la informalidad lo mínimo para que sus hijos sobrevivan y muchas, además, víctimas de violencia de género. Según el Dane, en uno de cuatro hogares no se come tres veces al día, lo que se puede traducir en desnutrición y en mamás desesperadas porque ni siquiera pueden alimentar dignamente a sus hijos. A lo anterior hay que sumarle la sobrecarga laboral que sufren muchas madres en Colombia donde deben combinar el trabajo remunerado y precarizado con las tareas del hogar y del cuidado, lo cual perpetúa para siempre su condición de pobreza.

Según la Ocde, Colombia tiene los índices más altos de embarazo adolescente, en 2021, 106.695 jóvenes colombianas entre 15 y 19 años fueron mamás, 209 al día. Las razones son múltiples: falta de educación sexual, baja escolaridad, abuso y explotación sexual, pobreza entre otras. 

Y como si ser madre en Colombia no fuera ya la tarea más difícil, con más incertidumbre y en donde todas las condiciones del entorno están en contra, a muchas que renunciaron a ser para dar vida, sin estar preparadas e incluso en contra de su voluntad,  les  tocó además de manera antinatural y cruel enfrentarse al peor de los duelos:  enterrar a sus hijos demasiado temprano.  

¿Qué significa el poder de la creación, la gestación, la concepción y el cuidado en un territorio en donde no se valora ni la vida misma?

Pienso hoy en las madres de Soacha, esas valientes mujeres a las que el mismo Estado que las debía proteger les asesinó a sus hijos inocentes presentándolos ilegítimamente como muertes en combate. Ellas representan la voz de 6402 madres de falsos positivos que no pierden la esperanza de encontrar la verdad, de ver justicia y de que reparen ese dolor paradójicamente irreparable de perder un hijo. También pienso en esa parte del establecimiento que las sigue cuestionando, negándolas, tachando de falsa una cifra, revictimizándolas todos los días y confirmándonos el significado vacío que tiene ser una madre en Colombia. 

Recuerdo a Laura Guerrero, madre de Nicolás García Guerrero, asesinado por una bala en Cali en medio del estallido social de 2021. Ella, como otras veintinueve madres, perdieron a sus hijos por salir a protestar, o simplemente por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. Hoy, dos años después, siguen reclamando justicia sin que ninguna investigación avance. 

Hoy es un día para recordar a todas las madres que han sufrido las peores consecuencias de sesenta años de conflicto armado. Mamás de cientos de miles de soldados y policías que murieron en una guerra cruel e inútil, mujeres que no pudieron evitar que los grupos al margen de la ley reclutaran a sus hijos como si les pertenecieran, madres que tuvieron que cargar a sus bebés por kilómetros huyendo para siempre de su tierra para encontrarse con más miseria en la ciudad. 

Hoy, en el Día de la Madre, es inevitable reflexionar sobre el significado de la maternidad en Colombia. Un país en el que desafortunadamente todo lo que es capaz de crear vida no siempre ocupa el espacio y la importancia que se merece. Entender el lugar que nuestra sociedad le otorga a la madres de quienes la componen puede darnos luces sobre nuestra raíz. Porque en Colombia, no es la mamá la que determina el destino de sus hijos, son los otros. 

Nuestro cuerpo nos pertenece, en nosotras únicamente puede recaer la decisión de qué hacer con él. Pero lo que sí debe ser responsabilidad de todos y todas es garantizar que las madres puedan escribir un mejor destino para sus hijas e hijos. Al menos uno donde la vida tenga valor, la dignidad no sea una utopía y los otros sepan que los hijos de una madre, y su futuro, nunca les pertenecen. 

Más vale que hoy celebremos con la consciencia de que hasta que no resignifiquemos el valor de la mujer en nuestra sociedad, no podremos dignificar a la madre. Hoy es el día de todas, aunque muchas ni siquiera lo puedan celebrar con sus hijos. 

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