Rodrigo Lara
18 Enero 2023

Rodrigo Lara

Venezuela es un potosí a la vuelta de la esquina

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No visitaba la ciudad de Caracas desde 2015. La semana pasada, en el marco de mis actividades profesionales, estuve unos días en esa ciudad acompañando una misión comercial, y me encontré con un país con muy fuertes señales de recuperación económica.
 
Las causas que explican lo que se presagia como un notorio renacimiento de la economía venezolana, estriban primero que todo en la decisión de eliminar en 2019 el dañino control de cambios y en la dolarización de facto de la economía, lo cual disparó el poder adquisitivo y el consumo de importados. Sin embargo, las razones que dan lugar a las expectativas de un rápido crecimiento de la economía, el cual en 2022 fue de casi el 9 por ciento, un guarismo positivo pero aún insuficiente, consisten especialmente en el levantamiento parcial de las sanciones norteamericanas al petróleo. La autorización de la OFAC a Chevron para producir crudo venezolano, se hizo también extensiva a Repsol y ENI. Estos tres gigantes energéticos se beneficiarán de una excepción a la obligación regulatoria de vender su producción a través de la sancionada PDVSA, lo cual los habilita a vender directamente en el mercado global. 
 
El retorno de estas oil majors al país con las principales reservas del mundo ha llevado a proyectar un crecimiento espectacular de las exportaciones venezolanas, tanto es así que se espera que en cuestión de pocos meses se produzca más petróleo que Colombia, que a mitad de año alcancen el millón de barriles y que en diciembre logren la meta de 2 millones. Todo esto con un precio del barril que, según la Agencia Internacional de Energía, se mantendrá este año entre los 100 y los 110 dólares y con un government take del 60 por ciento.
 
Venezuela es un potosí. Junto con Irán y Rusia representan casi el 40 por ciento del total de las reservas petroleras de la Opep. Tras la reciente decisión de Arabia Saudita de no aumentar su producción, lo cual de hecho la alineó con la posición rusa de mantener una fuerte presión en los precios, Estados Unidos no tienen alternativa distinta a la de acercarse a Venezuela y promover su exportación petrolera. 
 
Desde finales del gobierno de Obama, Estados Unidos ha venido reaccionando económica y estratégicamente al impresionante despliegue del poderío chino. Uno de los mayores ámbitos de influencia del Imperio del Medio, ha sido la colocación de billonarias inversiones en recursos energéticos en todo el mundo, con lo cual buscan asegurar un acceso seguro y a largo plazo a recursos minero-energéticos, factor esencial para sostener su competitividad industrial. En los últimos 20 años, China ha invertido en América Latina cerca de 190 billones de dólares, en buena parte en este tipo de activos. 
 
La inevitable deriva del mundo hacia una confrontación política y económica bipolar, ha obligado a Estados Unidos a resucitar una política de friendshoring de naciones con reservas minero-energéticas, por lo menos mientras internamente aceleran el proceso de trancisión energética con políticas de subsidios como el deslumbrante paquete de 362 billones de dólares del IRA. Y Venezuela es demasiado importante y cercana como para que sus reservas minero-energéticas queden parqueadas y al servicio del campo enemigo. Por su parte, los venezolanos también entendieron que pelear con los norteamericanos sale muy costoso.
 
Venezuela es un potosí. Y lo tenemos al lado. Hace 20 años comerciábamos casi 10 billones de dólares anuales, y nuestra manufactura, el único sector en una economía capaz de generar empleo masivo y formal, estaba diseñada para vender su producción en ese país y en la zona andina.
 
Durante el gobierno Uribe, excepto en el corto periodo del final de su último mandato, las relaciones comerciales y políticas entre los dos países fluyeron; incluso hubo nueve encuentros bilaterales entre Chávez y Uribe. Durante el gobierno Santos, las relaciones económicas también fueron dinámicas, solo que ese periodo coincidió con la crisis económica más profunda de la historia del vecino país. Hoy tenemos la oportunidad de recuperar el comercio con Venezuela. Un primer paso es insistirle a Estados Unidos en las autorizaciones OFAC para Ecopetrol y Monómeros. Ya es hora de que Colombia tome conciencia de sus intereses estratégicos y los haga valer con inteligencia.
 
 

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