Jorge Enrique Abello
31 Mayo 2022

Jorge Enrique Abello

Rodolfo, de dar palo a ser el palo

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En 2018, la firma de analítica especialista en antro-complejidad Emerginarium, propiedad de la colombiana Juanita Uribe Sala y de la singapurense Zhen Goh, realizó un estudio en Colombia de frente a las elecciones de ese año. La idea era encontrar el top of  mind de los colombianos a la hora de votar. Uno de los grandes hallazgos de ese estudio es que la polarización se daba a niveles superficiales en la sociedad, ya que a la hora de confrontar creencias, valores profundos, temores y anhelos, los colombianos de esquinas opuestas -en aquella época petristas y duquistas- estaban (increíblemente) más cerca en su mirada del mundo de lo que mostraban las encuestas tradicionales y los medios de comunicación. Lo que permitió entender las claves para la llegada a la presidencia de  Iván Duque. En política y en complejidad analítica no siempre las cosas son lo que parecen o lo que nos quieren hacer ver, de hecho, año tras año las encuestas de sí y no, de posturas y nombres, se comienzan a quedar cortas frente a los resultados, y como en las mejores series de suspenso, solo hasta el final sabemos quién es el culpable o en este caso el elegido.

Para 2021, Ermerginarium se unió a OEP Content Studio, propiedad del empresario Santiago Murgueitio y mía, con el fin de entender las múltiples narrativas que estamos construyendo como colombianos. Lo primero que hicimos fue transformar mis redes sociales en un data lake a través de las herramientas algorítmicas de Emerginarium, que cuenta con un Black Box Lab creado por ellos con el fin de ver lo que no es evidente cuando se observa un grupo social: a. las líneas del deseo b. necesidades no articuladas c. puntos ciegos. 

Nuestro experimento, realizado con 300 muestras (suficientes) por el método utilizado, ya que se analiza lo que se conoce como Warm Data y no solo la Cold Data, mezclando elementos cualitativos y cuantitativos para así encontrar la narrativa subyacente y los drivers que motivarían la votación en 2022. Esto nos permitió entender lo que podría suceder en el futuro cercano de estas elecciones y qué estaban sintiendo los colombianos con respecto a su propio país y sobre todo el tipo de líder que les gustaría tener. 

Los hallazgos fueron más sorprendentes que en 2018, las primeras palabras que encontramos en diferentes regiones y condiciones socioeconómicas no se acercaban a la realidad caótica y violenta propuesta por los medios, ni a la agresividad de las bodegas sembrada en las redes sociales. Uno de los hallazgos significativos del estudio es que las emociones predominantes son la esperanza y la confianza. De hecho, dos terceras partes de la población entrevistada relacionó su descripción de la Colombia de hoy con emociones positivas o habilitantes (esperanza, confianza, seguridad, felicidad, empoderamiento) mientras que solo una tercera parte la relacionó con emociones bajas o de abatimiento (tristeza, miedo, rabia, resentimiento, culpa y disgusto).

En Colombia básicamente el sentimiento predominante es la esperanza, la esperanza de algo mejor. Una de las necesidades no articuladas de los colombianos es aumentar la capacidad de aspirar a nueva y mejor realidad por fuera del caos que nos quieren presentar los polos opuestos. Solo el 30 por ciento de las historias expresaron rabia, venganza y revancha. La tercera parte de las personas que nos compartieron historias negativas expresaron necesidad de justicia, sin embargo, el mismo grupo reconoció que la autoestima es parte fundamental de la ecuación al construir justicia para todos. 
Ese mismo 30 por ciento que pidió justicia, también pidió   “evitar y prevenir las inequidades del pasado”, sin embargo,  no acepta que para ello es necesario “compensar y restituir” a aquellos que han sido afectados de diversas formas por la guerra, narcotráfico, corrupción o cualquier forma de violencia. Es el “yo hago lo que quiero y me merezco que me den privilegios”. 

El 78 por ciento de los entrevistados expresó que los cambios que necesita el país solo pueden hacerse a través de la acción colectiva, por lo cual, los mesías han comenzado a pasar de moda o por lo menos a quedarse en su techo histórico sin poder avanzar más allá de su propio límite imaginario. Pero ojo, acá viene lo más interesante: el 90 por ciento de las personas que analizamos dicen que lo peor que tiene Colombia son sus políticos, creen poco en las instituciones y si eligieran a un líder, definitivamente no elegirían a un político. Las conclusiones hablan por sí solas: el Pacto Histórico no pudo superar su campaña de 2018 y aunque trató de empujar las últimas semanas una campaña más cercana a la vida y a la esperanza, y atraer con figuras como la de Francia Márquez, para la gente en general (no perteneciente a esa colectividad) le fue imposible olvidar el discurso de lucha de clases que Petro fustigó los últimos ocho años y que al fin de cuentas produce mucho miedo, miedo que se hizo realidad a mitad de 2021, con un paro más doloroso que la misma pandemia y una primera línea apoyada por el círculo cercano al candidato. En cambio, dio un palo el ingeniero Rodolfo Hernández, que, pese a que es una incógnita política, se convierte en el gallo tapado de estas elecciones por su condición de outsider. No tiene un plan concreto de gobierno, manda a las mujeres a la casa, se ha visto envuelto en escándalos en el pasado a punta de coscorrones y confunde a Hitler con Enstein; hace entrevistas en piyama para los noticieros internacionales, recibe los resultados de los comicios desde la cocina de su casa, no va a los debates y más bien los ve desde Facebook para luego mamar gallo con ellos en TikTok,  desnudando un frase que en 20 años nadie esperaba escuchar: “Este es el fin del uribismo”. 

Sin importar quién sea Rodolfo Hernández, su figura se acopla a lo esperado en el estudio realizado y que puede llegar a representar el 70 por ciento del deseo del país, que en lo más íntimo y de manera simple solo aspira a que lo dejen vivir y trabajar en paz. Nuevamente fracasaron las encuestas que siguen pretendiendo medir lo visible, olvidando que los seres humanos toman decisiones desde el misterio de su corazón, que incluso ellos mismos desconocen. Recuerden: nada, nada en este mundo es evidente.

*Fuente Emerginarium & OEP Content Studio.
 

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