Velia Vidal
29 Abril 2022

Velia Vidal

Agradecer

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A Julio Victoria Cárdenas lo mataron el 23 de febrero de este año en su comunidad. Era el presidente del Consejo Comunitario de Barrios Unidos, en el Litoral del San Juan. Alguien de allá me escribió, me mandó fotografías en las que se ve a Julio sonriente, vestido con una camiseta azul y encima de ella un chaleco verde y amarillo, alzando el bastón y el machete envueltos en cintas, en celebración de la posesión de la guardia cimarrona. Iban en una lancha sobre el río San Juan. Quien me contactó lo describió como un señor bonito, amable, “así como son en nuestros pueblos”, dijo, “te recibía con una sonrisa y siempre estaba buscando que uno se fuera con algo: limones, borojó, comida para el viaje. Un hombre de diálogo”. “Recurro a usted para que le dé voz a don Julio”, concluyó. 

Yo estaba muy sensible en esos días, me dolían los asesinatos, los desplazamientos, la suma de hechos violentos que se suceden sin parar en el Chocó, entonces solo supe llorar. Pero no he dejado de recordar a Julio cada semana, cuando me enfrento a la página en blanco para sacar adelante esta columna. No ha dejado de darme vueltas en la cabeza lo que significa eso de dar voz. Creo que un líder como Julio se construye justamente por la capacidad de ser la voz de su comunidad. 

Esta semana nos sorprendió en Quibdó la noticia de que, después de nueve años de servicio, el papa Francisco ordenó el traslado del obispo Juan Carlos Barreto para Soacha. Sentí una tristeza profunda cuando leí. “Nos quedamos huérfanos”, les dije a varios amigos. Juan Carlos es de esos líderes que efectivamente se convierte en la voz de muchos. No tengo cómo juzgar su labor religiosa porque no pertenezco a la Iglesia católica, pero desde la labor social, que nos une y nos permitió construir una amistad, puedo dar fe de su compromiso con el Chocó.
 
El acuerdo humanitario con el ELN, las alertas por el incremento de asesinatos, principalmente de jóvenes en Quibdó, los desplazamientos forzados, los confinamientos, el reclutamiento de menores, entre otros, se convirtieron en su agenda. Lo he visto insistir con las autoridades locales, nacionales y departamentales en la generación de espacios para el diálogo, para la búsqueda de salidas y soluciones a la crisis permanente de este territorio. Lo he visto trabajar con periodistas, con organismos internacionales, hacerse parte activa de los procesos asociados a la implementación del acuerdo de paz, convocar marchas y plantones en defensa de la vida y el territorio, organizando la logística para entregar alimentos en medio de la pandemia y hacer gestiones para ampliar el cementerio cuando los muertos superaron los promedios a los que estábamos acostumbrados.

No ha guardado silencio, ha hablado por nosotros todo el tiempo, incluso, cuando fue desmentido por las autoridades nacionales, que, al desconocer al obispo, desconocen a todos los habitantes de este departamento lleno de dolor. En su carta de despedida dice que ha palpado en los consejos comunitarios, en los resguardos, en los barrios y en las veredas, las alegrías y los sufrimientos de una población con un corazón generoso y con muchos desafíos para niños, jóvenes y adultos. Que ha caminado junto a la gente, inspirado por el evangelio de Cristo y los valores culturales y sociales del Chocó, que tiene la certeza de haber hecho un camino de esfuerzos colectivos para resistir a las situaciones adversas; y yo creo que cada una de estas palabras es cierta.

Cuando un líder como Juan Carlos es trasladado o uno como Julio asesinado, las comunidades nos sentimos huérfanas y desesperanzadas. Nos quedamos sin quién sea nuestra voz, nos queda un vacío que solo se llena con otro liderazgo; pero este tipo de hombres y mujeres no se forman de la noche a la mañana, y pocos quieren ejercer este rol en un país donde ser líder social es sinónimo de estar en riesgo y con frecuencia cuesta la vida.

Nos toca, sin embargo, buscar antídotos contra la desesperanza, llenarnos de emociones que compensen el dolor y nos ayuden a seguir. Una de esas emociones que puede funcionar es agradecer. Así que agradezco la vida de Julio y la presencia de Juan Carlos en el Chocó estos nueve años mientras espero que, así como la lluvia no nos deja de caer, no nos falten estos líderes dispuestos y capaces de ser la voz de otros. 

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