Valeria Santos
4 Junio 2022

Valeria Santos

AMLOdolfo

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

Desde que apareció el fenómeno de Rodolfo Hernández hemos tratado de clasificarlo y definirlo. Populista, demagogo, misógino, trumpista, en fin. Sus posiciones son tan ambiguas y su conocimiento sobre lo público es tan precario que nos cuesta entenderlo y anticipar lo que sería un posible gobierno suyo. Pero dentro de sus incoherencias, que esconde con bravuconadas, hay una señal que viene del norte y nos permite anticipar el futuro de Colombia: el sexenio de AMLO.

A pesar de que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, AMLO, ha hecho público su apoyo a Gustavo Petro, Rodolfo Hernández sigue tratando de emular al líder mexicano. Desde que llegó de un viaje que hizo recientemente al país azteca, Hernández se ha derramado en prosa y en elogios por el presidente de México.

Hernández no solo aplaude el hito que significó para México acabar con la hegemonía del PRI, también celebra la popularidad de AMLO y el cambio que ha sacudido a México a pesar de sus preocupantes consecuencias.

“No viviré en Los Pinos” fue traducido por Hernández en “el Palacio de Nariño será un museo de arte moderno”. Y aunque el presidente de México no haya podido vender el avión presidencial, ni rifarlo como prometió hacerlo, y hoy viva en el Palacio Nacional, los mexicanos siguen, en una gran mayoría, aplaudiendo símbolos, reivindicaciones y eslóganes que poco han cambiado su realidad. 

La verdad es que el pueblo mexicano sigue siendo pobre y el gobierno rico. No mentir, no robar y no traicionar fueron las promesas de AMLO, y ahora las de Hernández. Pero las eternas mañaneras, que son las conferencias de prensa diarias lideradas por el presidente mexicano, no se demoraron en sepultar esas promesas. Las mentiras que Hernández divulga a diario sobre su proceso penal, sobre la interferencia de sus hijos en su administración en Bucaramanga y sobre su relación con la política más tóxica santandereana, auguran que las mañaneras colombianas también se traducirán en mentir y traicionar a quienes eufóricamente pensaron que a punta de carácter “templado” e imprudencias se logrará un cambio con equidad. 

Pero lo realmente peligroso no es que Hernández, como AMLO, construya un mandato populista que alimente egocéntricamente todas las mañanas. El verdadero riesgo está en lo que podría ser la destrucción de la incipiente pero funcional oferta institucional colombiana bajo la excusa de una popular y ambigua austeridad que decidirá arbitrariamente qué programas recortar. 

Como AMLO, Hernández quiere un Estado austero. Y aunque bien focalizada la austeridad podría ser una oportunidad, varios ejemplos mexicanos nos enseñan que cuando se gobierna con desconocimiento e inexperiencia, los riesgos son inevitables. 

Bajo la excusa de unificar todos los programas sociales para ahorrar recursos públicos, como también lo ha prometido hacer Hernández en Colombia y acabar con la corrupción, el presidente de México decidió acabar con las estancias infantiles. Como consecuencia de su falta de sensibilidad y conocimiento por los temas de género, AMLO inauguró su gobierno desfinanciando las guarderías para menores que dejaron a millones de madres trabajadoras en el limbo. La austeridad machista, como la que seguramente también implementaría Hernández, acabó con una solución para las mujeres que, aunque imperfecta, funcionaba.

La Secretaría de Educación mexicana también decidió eliminar las Escuelas a Tiempo Completo, un programa que le daba alimentación y horas de clase extra a 3,6 millones de niños pobres en México. Seguramente porque como Hernández, AMLO también piensa que las mujeres deben quedarse en la casa criando a sus hijos. Aunque llevaba más de 10 años funcionando exitosamente, AMLO acabó con el programa perjudicando, una vez más, a las mujeres trabajadoras. 

El presidente de México también se encargó de darle una estocada a la cultura mexicana. No propiamente fusionando el Ministerio de Ambiente con el de Cultura, ni siquiera AMLO se atrevió a tanto, pero sí acabando con importantes fideicomisos que garantizaban la financiación estatal a programas culturales y artísticos.

Gracias a que calcaremos el lema de AMLO de que la mejor política exterior es una buena política interna, Colombia desaparecerá del mapa. Hernández ya anunció que acabará con el “derroche” de los consulados y cerrará algunas embajadas afectando gravemente el servicio diplomático colombiano. La consecuencia de esto será que, por ahorrar unos pesos, pasaremos a ser aún más irrelevantes de lo que somos actualmente para el mundo gracias al gobierno de Iván Duque. 

Por último, no se nos puede olvidar que tanto el hijo de AMLO, como el del candidato Rodolfo Hernández tienen serios cuestionamientos de corrupción. Lo preocupante es que tanto AMLO como Hernández han respondido a las preguntas de los periodistas de la misma manera: atacando a la prensa. Los ataques a quienes hacen su trabajo, como los que sufrieron los colegas de Radio Nacional por parte de Rodolfo Hernández, no solo son una afrenta a la democracia, en Colombia como en México significan, además, poner en riesgo sus vidas.

AMLOdolfo se podría bautizar la nueva forma de gobernar que parece estar de moda. No es de izquierda, ni de derecha: es conservadora, machista, populista y superficial. Pero, sobre todo, es una manera que desprecia las normas y las instituciones en donde, como dijo Hernández, “qué importan las leyes”. Ojalá que a diferencia del uribismo que también comenzó como una moda, esta no cause tantos estragos. 

Más vale que entendamos lo que está en juego en estas elecciones. Los colombianos nos merecemos que nos gobiernen con dignidad y respeto. El próximo presidente debería tener un mínimo conocimiento sobre lo público para poder enaltecer el Estado. El sector privado es fundamental para la creación de la riqueza, pero la equitativa distribución de esta es un rol esencial del sector público.
 

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí

Más Columnas