Velia Vidal
24 Junio 2022

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¿Y vos estás preparada? Me preguntó Daniel mientras almorzábamos en un restaurante del centro de Münster el martes después de las lecciones. ¿Yo? ¿Preparada pa qué? “Pa todo lo que se viene, parce, van a ser cuatro años duros, vas a tener mucho tema pa escribir”. Unas horas después ocurrió la entrevista de Claudia Palacios a nuestra nueva vicepresidente, que se hizo viral por la pregunta cargada de clasismo y racismo de la periodista, que además se negó a aceptar su error y aseguró que fue la entrevistada quien no entendió. Al día siguiente me atreví a publicar un tuit sobre el tono despectivo que se ha usado para nombrar al diseñador Esteban Sinisterra, quien viste a Márquez, por el que recibí comentarios de todos los niveles de racismo.

Entre las respuestas a mi tuit, los comentarios relacionados con la entrevista de Palacios y las múltiples reacciones a la elección de Francia quedé aturdida en cuestión de dos días con la exacerbación del racismo por su llegada a la escena pública. Sé que no soy la única que se siente así y, en consecuencia, tiene la necesidad de atender la pregunta que me lanzó Daniel. Pero Mábel Lara nos dio la respuesta que necesitábamos: «¡Estamos listas! Por fin lo vamos a sacar de entre las piedras y enfrentar la negación”. Escribió la excandidata al Congreso refiriéndose al racismo y agregó: “Colombia no es racista”, “resentidas”. ¡Pa lante!», Esta vez aludiendo a expresiones recibidas también como víctima de misoginia y ataques racistas a lo largo de su vida pública.

Es imposible negar que estos actos racistas duelen, y aunque la dignidad de la vicepresidente electa al responder frases y preguntas desatinadas es inspiradora, las mujeres afro, las de otras minorías y las conscientes de la exclusión sentimos en la piel y en el corazón lo que ella está viviendo. Francia fundó un momento histórico que va mucho más allá de ser la primera vicepresidenta afro en Colombia: las frases irrepetibles por ofensivas y miserables, las preguntas clasistas o la incomodidad del establecimiento están demostrando lo que han querido ocultar durante siglos, que este es un país racista; uno que tiene por primera vez la oportunidad de conversar sobre el tema aplazado, de discutirlo y sobre todo de aprender a dudar de su sistema de creencias, a cuestionarse y empezar a entender.

Será doloroso, ¡sí!, pero no podemos desaprovechar un tiempo que además nos exige estar preparadas, ser fuertes y tener disposición para las conversaciones difíciles, hacer pedagogía o solo defendernos, dependiendo de lo que exijan las circunstancias y del modo en que cada una elija afrontarlo. Lo que no deberíamos permitirnos en ningún caso es la evasión, no nos vamos a esconder, no vamos a dejar de llamar a las cosas por su nombre.

Esto apenas empieza, pero como apunta el dicho: desde el desayuno se sabe cómo va a ser el almuerzo. Así que tendremos que inventar estrategias para competir en esta carrera de fondo sin detrimento del bienestar individual, sin desfallecer en la lucha antirracista frontal para que se acaben los chistes y comentarios despectivos, para que nunca más un periodista entreviste a un líder afro desde su clasismo y racismo, no por miedo a ser acusado o cuestionado, sino porque haya entendido el fondo del asunto, depurado su lenguaje y deconstruido su mirada.

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