Laura Gil
23 Marzo 2022

Laura Gil

Elecciones: los observadores que ven poco y hablan menos

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Las misiones internacionales de observación electoral pusieron en evidencia su irrelevancia. Sus manifestaciones cuentan cuando la desconfianza en un proceso electoral se profundiza. Aquí se apresuraron a celebrar la fiesta democrática y hasta a felicitar a la Registraduría. No todo lo importado es bueno. Lo criollo resultó mucho mejor.

Un sector político desea imponer la narrativa de votos sacados del sombrero. La realidad es otra: al Pacto Histórico no le aparecieron por arte de magia cientos de miles de votos en los escrutinios municipales; más bien, los votos, que siempre estuvieron ahí, se le perdieron en la transmisión. Si esto sigue así, Gobierno y coalición de Gobierno lograrán perfilar al damnificado como verdugo ante el silencio de tantos observadores.

El registrador Alexánder Vega se jactó de la presencia de seis misiones de observación electoral: la Organización de Estados Americanos (OEA), la Unión Europea (UE), International Foundation for Electoral Systems (IFES), Capel del Instituto Interamericano de Derechos Humanos, Carter Center y Transparencia Electoral, una pequeña organización argentina que el mismo Vega dirigió antes en Colombia.

La OEA y la UE, presentes en la reunión de la Comisión de Garantías Electorales convocada el martes para encontrar una salida a la crisis, usaron sus minutos de intervención para repetir lugares comunes. ¡Qué bueno que los colombianos podemos dialogar!, nos felicitaron cual maestros a niños de escuela. El momento requería una cierta solemnidad: el presidente de la República quebró la imparcialidad cuando solicitó el reconteo general que venía empujando su propio partido y el registrador nacional le hizo eco. Estaba en juego nada menos que la independencia de la rama electoral. Pero ni una palabra dijeron los representantes multilaterales sobre estándares internacionales, ni observaciones recogidas en campo, ni recomendaciones a las autoridades electorales, a las fuerzas políticas en contienda y a la ciudadanía. 

El mutismo resuena en contraste con las alabanzas de la OEA a la velocidad del preconteo (“Colombia goza de uno de los sistemas de resultados preliminares más veloces de la región, el cual genera efectos positivos para el proceso electoral”) y los aplausos de la Unión Europea a la Registraduría (“La Registraduría, responsable de la organización de las elecciones, demostró un alto nivel de profesionalidad, propio de una institución consolidada y con una larga trayectoria en la realización de elecciones”).

El Consejo Nacional Electoral sigue sin recibir el software para el escrutinio nacional comprado por la nación. Diez días después de los comicios, el prometido paquete informático de la compañía española Indra comtinúa en pruebas. 

Tres de las presencias internacionales –Capel, IFES y Transparencia Electoral– no pueden decir ni mu. No funcionan, en realidad, como observadoras sino han sido vinculadas por la Registraduría para realizar un acompañamiento técnico. Se han comprometido con la entrega de informes solo para los ojos del registrador Vega. Según él, las tres han realizado auditorías del software. Uno no se explica cómo se realizan auditorías de lo que no existe. Podríamos salir de la duda si el registrador, en un gesto de transparencia, publicara los informes confidenciales, si existen.

En el informe preliminar de la OEA, se lee la siguiente afirmación: “La Misión observó que llegado el día de la elección el software de consolidación del escrutinio nacional no había concluido, no se habían realizado simulacros y los procesos de capacitación de usuarios del CNE no habían comenzado. Se conoció, además, que no se cuenta con un procedimiento de aceptación formal del software”. No se le da relevancia. ¿Dónde más la OEA habrá presenciado elecciones sin software de escrutinio que permita explicar tanta calma?

Los técnicos de la Unión Europea conocen esta situación y, al parecer, la jefatura de la misión ha decidido ignorarla. No obstante, al menos esta organización se pronunció en un escueto comunicado sobre los altos niveles de discrepancia entre preconteo y escrutinio. Algo es algo. 

Nadie espera que las misiones internacionales incendien el país. La prudencia debe mantener su lugar. Pero, ante semejante descalabro, están en deuda con la ciudadanía. ¿Quién sabe a ciencia cierta qué están pensando en la OEA y la UE?  Siguen dirigiéndose a las instituciones en informes formateados como si los colombianos y las colombianas fuéramos ciegos. Estamos ante el abismo y ellas parecen no darse cuenta. Todo lo contrario ha hecho la Misión de Observación Electoral de la sociedad civil colombiana, cuyo mensaje de tranquilidad ha sido documentado, firme, directo, simple, pedagógico y, lo más importante, dirigido a nosotros.

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