Luis Alberto Arango
1 Julio 2022

Luis Alberto Arango

Impuesto a los dividendos

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La propuesta de aumentar impuestos a los dividendos puede ser el detonante para estancar el desarrollo productivo del país.

 

Una de las propuestas que ha llamado la atención, a muchos empresarios de todos los tamaños y sectores en Colombia, es la del presidente electo, Gustavo Petro, de gravar con un impuesto los dividendos. 

Lo mencionó en una entrevista con Alexánder Torrenegra hace dos semanas y lo enfatizó en su entrevista a Cambio, la primera que dio a un medio de comunicación después de ser elegido presidente.

 Daniel Coronell y Federico Gómez hablaron con Gustavo Petro sobre variados temas y asuntos de trascendencia. Fue una muy interesante entrevista que pueden leer en este enlace Y que también pueden ver en video aquí.

La referencia al aumento de dividendos que propone Petro, se encuentra en el segmento de la entrevista en video comprendido entre una hora y once minutos y una hora y diez minutos.


Petro presenta su tesis de gravar los dividendos con impuesto y la compara con lo que hacen otros países como Suecia, Suiza o Estados Unidos. Menciona una tarifa del 70 por ciento haciendo alusión a la tasa de impuestos que tenían esos países. La intención de un impuesto a los dividendos, según él, es para promover que las utilidades se queden en la empresa generando valor, pues de lo contrario si salen de la empresa a título de dividendos no generarían valor.


El impuesto sería progresivo, a mayor utilidad por repartir, mayor el impuesto. La tesis de Petro tiene sus más y sus menos. A primera vista suena razonable, pero analizada detenidamente es falaz.


Que una empresa no reparta utilidades con la amenaza de que si las reparte tendría que pagar un alto impuesto no garantiza mayores empleos, que se vaya a producir más o que se promueva un mayor nivel de desarrollo. Llegará un punto en que el dinero no repartido como dividendo se vaya acumulando en una gran posición de efectivo, sin agregar valor al desarrollo económico del país.


La teoría de dejar las utilidades en la empresa en vez de repartirlas fallará cuando el rendimiento marginal de cada peso dejado en la empresa sea inferior a la utilidad que ese mismo peso generaría por fuera de ella.

“…un mayor impuesto a los dividendos podría ser el detonador que necesitan los empresarios para dejar de invertir y de hacer empresa”.


Un empresario que recibe dividendos los ahorra, los gasta o los invierte. Si los ahorra, el ahorro es –por ejemplo– generador de nuevos préstamos en el sistema financiero, si los gasta es generador de actividad económica que distribuye el valor gastado y si los invierte en nuevos proyectos empresariales se estarían creando puestos de trabajo y posiblemente valor agregado a la economía.


Si el planteamiento del nuevo gobierno está desconectado de una política general para impulsar la empresa, la industria y el desarrollo económico, un mayor impuesto a los dividendos podría ser el detonador que necesitan los empresarios para dejar de invertir y de hacer empresa.


En Colombia el impuesto a los dividendos existe desde el año 2017. No es una figura nueva en el país. Se cobra mediante una retención en la fuente del 10 por ciento a los dividendos provenientes de la distribución de utilidades que hubieren sido consideradas como ingreso no constitutivo de renta ni ganancia ocasional.


Este impuesto se cobra sobre los dividendos que superen los 300 UVT (Unidad de Valor Tributario), es decir, que se cobra a partir de los 11.401.200 pesos. 


La cifra del 70 por ciento mencionada por Petro no la encontré en el impuesto que tiene Suiza, Suecia o Estados Unidos a los dividendos. En esos países la tasa de impuesto a los dividendos es variable y no supera el 35 por ciento. 


No encontré información sobre un país que esté cobrando una tasa de impuestos del 70 por ciento a los dividendos. Seguramente Petro se refiere a la tasa indicativa de impuestos combinados y sumados que pagaría una persona socia de una empresa en un país europeo o asiático. 

“Si estas propuestas llegan a una reforma tributaria de manera desarticulada y aislada sería una estocada a la competitividad y al crecimiento”.


Sin embargo, me parece muy importante destacar que, en contraste con Colombia, los países nombrados por el presidente electo tienen tasas de impuestos a las empresas por debajo del 35 por ciento que pagaremos en el país a partir de 2022. Por ejemplo, Estados Unidos tiene el 21 por ciento, Suecia el 20,6 por ciento y Suiza el 15 por ciento. A las anteriores cifras hay que incluirles impuestos estatales y municipales cuando apliquen y pueden subir o bajar dependiendo del nivel de utilidades y otras circunstancias.


Pero volviendo a los impuestos a los dividendos, según el instituto CATO, una alta tasa de impuestos a los dividendos hace que las empresas prefieran endeudarse para expandirse antes de acudir a capitalizaciones de los socios. Lo usual es que un socio que se enfrenta a altos impuestos a los dividendos prefiera no capitalizar una empresa pues el retorno del capital, mediante dividendos, será castigado con altos impuestos. Y lo peligroso de un alto endeudamiento es que las empresas endeudadas son las que más resienten una crisis económica y algunas veces no la sobreviven.

El asesor económico de Petro, Ricardo Bonilla, ha dicho que van a proponer revivir el impuesto al patrimonio y disminuir la tasa de impuestos a las empresas. Petro, por su parte, habla de crear o aumentar el impuesto a los dividendos.

“Petro y Bonilla, así como el futuro ministro de Hacienda José Antonio Ocampo, saben muy bien que si esa tasa de impuestos efectiva final y acumulada no es atractiva… el resultado será el estancamiento en todos los tamaños y sectores empresariales”.


Si estas propuestas llegan a una reforma tributaria de manera desarticulada y aislada sería una estocada a la competitividad y al crecimiento. Al final, las tasas de impuestos individualmente consideradas no son las importantes, lo será la tasa de impuestos efectiva final que incluya el impuesto a la renta corporativa, a los dividendos, a la renta de las personas, al patrimonio, etcétera. Esta tasa acumulada será evaluada con ojo clínico.


Petro y Bonilla, así como el futuro ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, saben muy bien que, si esa tasa de impuestos efectiva final y acumulada no es atractiva, ni competitiva, ni invita a hacer empresa en el país, el resultado será el estancamiento en todos los tamaños y sectores empresariales. 


Y con el estancamiento del aparato productivo colombiano no habrá riqueza qué generar ni qué repartir para financiar los ambiciosos programas de gobierno en el corto, mediano o largo plazo. 

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