Velia Vidal
1 Abril 2022

Velia Vidal

Intimidad

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

Ya me había reencontrado con el mar y con mi ritual íntimo de entrega al Pacífico: dejo mi cuerpo flotar bocarriba y miro el cielo gris y la selva que parece caer al mar, los oídos sumergidos, el movimiento marcado por las suaves olas de la Bahía, trato de no pensar en nada, solo confío en el mar recio, bravo y profundo que me vio nacer. No hay fotos, no hay conversación con otros al respecto, solo él y yo. En la casa me volví a endulzar, me bañé en la ducha, aunque ya me había sacado el agua salada en la cascada que ahora llaman la piscina del amor. En mi cuarto presioné el dispensador de crema humectante y la solución cayó directo a la palma de mi mano, unos minutos después abrí el pote de la crema para peinar y arrastré un poco con los dedos. Cuando tuve la piel hidratada y los crespos definidos, tomé la ropa interior y un vestido cualquiera directamente del clóset y me los puse. Estaba en mi casa.

Hace dos años vivo en mi pueblo, pero por distintas razones, completaba casi dos meses sin volver; y esa tarde, más que comprender, sentí que el valor de un hogar está en esos detalles simples como no tener que abrir una maleta para sacar lo que necesitas, o tomar los cosméticos de sus recipientes originales.

Mi casa es bella y cálida, llena de plantas, casi toda de madera, como las de Puerto Echeverri o las de Catrú en el Baudó, como las de Noanamá o Docordó en el San Juan, o como las de Riosucio o Carmen del Darién, en el Atrato. Mi casa huele a humedad, como casi todas las del Chocó. Y ahí, mientras respiraba y me hacía consciente de lo que realmente había extrañado durante ese tiempo por fuera, pensé en la intimidad arrebatada por los desplazamientos forzados, modificada y estropeada con confinamientos, ese otro fenómeno brutal que hoy afecta al 10 por ciento de los habitantes del departamento.

Según informes oficiales de la agencia de la ONU para los refugiados (Acnur), entre enero y diciembre de 2021 se presentaron en Colombia 145 desplazamientos masivos con más de 21.201 familias (62.273 personas) desplazadas. Estas cifras evidencian un aumento del 151 por ciento de personas internamente desplazadas respecto del mismo período para 2020. Las causas asociadas a estos hechos son principalmente enfrentamientos entre los actores armados ilegales y combates entre estos y la fuerza pública, reclutamiento forzado y asesinatos de líderes. La población afrocolombiana fue la más afectada al constituir el 81 por ciento del total de la población víctima del desplazamiento en 2021 y en lo corrido de ese año fue el 60 por ciento.

De los 145 eventos de desplazamientos masivos del país, 18 ocurrieron en el Chocó y afectaron a 1.743 familias (5.630 personas).

Acnur define como confinamiento a una situación de vulneración de derechos en donde una comunidad pierde la movilidad como consecuencia del accionar de los grupos armados ilegales, impidiéndole así el acceso a bienes indispensables para la supervivencia.

Entre enero y octubre de 2021 más de 13.771 familias (51.562 personas) fueron confinadas en Chocó, Cauca, Antioquia, Valle del Cauca, Nariño, Putumayo y Risaralda. El 70 por ciento de estas familias viven en el Chocó, convirtiéndolo en el departamento con mayor afectación por este fenómeno (9.337 familias, 37.541 personas). En este caso las mayores afectadas son las comunidades indígenas, con el 61 por ciento de las víctimas del año pasado.

Sin estudios que lo respalden, pero con la certeza de que no se trata de un simple chisme o una percepción, Quibdó viene afrontado el éxodo de muchas familias hacia otros lugares del país por cuenta del conflicto local y, en particular, de las extorsiones. Los desplazamientos internos son el pan de cada día, causados por una suma de hechos violentos como el plan pistola anunciado por redes sociales para el 31 de marzo, que provocó la cancelación de clases nocturnas y obligó a acortar las jornadas laborales.

En La (im)posibilidad de un mundo sin párpados. Ensayo sobre la intimidad conectada, Remedios Zafra se enfoca en la relación política del feminismo y la gestión de la intimidad, y presenta de manera amplia ciertas ideas sobre lo íntimo, lo privado y lo público, dentro de las que encuentro unas muy pertinentes para nuestro caso. Dice la autora: “De cómo una época gestiona, promueve o dificulta la intimidad para unos y otros se derivan diferentes mundos de vida, incluso distintos grados y espejismos de libertad”. La vida actual en el Chocó merece ser leída también a través de las afectaciones de la actual crisis a nuestras intimidades.

Necesitamos que se aborden más estos temas y se difundan las cifras que cito, porque tal como dice la autora española, “visibilizar lo que se oculta y duele es un potente gesto político que se amplifica cuando las intimidades se muestran y se van encontrando con iguales, como ha ocurrido en Internet. (…) Y claro que visibilizar lo íntimo nos expone al escrutinio público, pero también nos libera de la coacción, adelantándonos a la posible instrumentalización de los otros”.

Quizá entender que “toda emancipación pasa por el poder de gestionar la propia intimidad, porque la intimidad es política y base de empoderamiento de los desiguales”, sea un acto necesario en esta selva que pide a gritos un acuerdo humanitario y que se sigue levantando cada día con la esperanza de la emancipación.

Quedan muchas conversaciones pendientes sobre la intimidad robada por el desplazamiento, la destruida por los confinamientos en el Chocó y la anulación de este tema en la esfera pública nacional. Mientras tanto yo sigo respirando la humedad de esta tierra y pienso que, así como carece de sentido no estar en casa para sacar la crema de manos presionando el dispensador del recipiente original, tampoco es aceptable poder presionarlo con una mano que tiembla de miedo a que las balas que suenan a lo lejos atraviesen las paredes de madera.

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí

Más Columnas