Me sorprende que ciudades intermedias y pueblos pequeños alberguen eventos grandes e impactantes, en los que el arte y las ideas permiten ver el mundo entero desde un rincón que podría parecer insignificante. En eso pensaba mientras llegaba en tren a Kassel, a la Documenta Quince, uno de los eventos de arte contemporáneo más importantes del mundo, convocado cada cinco años en esta pequeña ciudad de Alemania.
El concepto de la Documenta puede catalogarse como disruptivo: la curaduría estuvo a cargo del colectivo indonesio Ruangrupa, y en un hecho sin precedentes, la organización colombiana Más Arte Más Acción (Mama), está entre los 63 colectivos invitados a exponer su trabajo, que en ninguno de los casos es exclusivamente una obra específica o la trayectoria de un artista de renombre, sino que incluye procesos sociales, comunitarios y creativos que impactan comunidades en todas las latitudes; en el caso de Mama, principalmente de Nuquí, Buenaventura y Quibdó. Son tan diversos los formatos, los temas y las manifestaciones artísticas que, por ejemplo, estuve yo, que soy escritora y poco sé de arte contemporáneo, pero presenté Oír Somos Río / Flussrauschen Flusslauschen, un libro objeto bilingüe (español–alemán) sobre dos viajes por el río San Juan, el de Godula Buchholz aguas abajo en 1959 y el mío en sentido contrario en 2017. Este libro fue editado por Grinval Kollektiv y todo el proyecto artístico ha sido apoyado por Mama, y en él se contraponen las miradas de una mujer alemana y una colombiana, con casi 60 años de diferencia. De esa contraposición surgen preguntas sobre el modo de narrar, las relaciones norte–sur, el pensamiento colonial y el racismo, temas por demás muy presentes en los trabajos expuestos. Quizá por eso esta versión de la Documenta inició con una fuerte polémica alrededor de un mural señalado y censurado por supuestamente incluir representaciones antisemitas. Un escándalo que trascendió del arte a la política, con un acucioso cubrimiento mediático, al menos en Alemania, y que para muchos ha opacado el trabajo de más de 1.000 artistas invitados, sobre cuyas obras hay muchas cosas positivas por decir.
“Se percibe como un caos”, dijo Sandra, una asistente a la presentación de mi libro, cuando nos sentamos a hablar del resto de la exposición. Uno de sus acompañantes replicó que quizá por eso, a diferencia de sus visitas anteriores a este y otros eventos artísticos, en esta ocasión habían conversado intensa y constantemente sobre lo que veían, oían, tocaban, olían y probaban. La diversidad es tal esta vez, que se percibe el arte por todos los sentidos.
Por lo que escuché de Sandra y Eduardo, por el impacto del escándalo sobre el mural y por lo que yo misma experimenté mientras recorría los escenarios, me atrevo a decir que la verdadera obra de arte que emerge en esta gran exposición es la conversación. Los artistas presentan sus ideas, sus cuestionamientos sobre temas ambientales, sociales, políticos, se valen de los recursos de su entorno, trabajan con sus vecinos, hacen arte en su comunidad, y la obra se completa cuando los espectadores conversamos con otros o con los mismos artistas, cuando es posible, sobre eso que vimos, oímos, tocamos, olimos o saboreamos.
Que la conversación sea protagonista explica la pertinencia de la participación en esta Documenta del comisionado Leyner Palacios. Hablará sobre el componente afro del informe recientemente entregado al país por un equipo, a quienes también podríamos nombrar como artistas y cuya obra es la verdad y la construcción de paz.
Mientras recorría las calles de Kassel y sus obras me llegó la noticia del secuestro y posterior asesinato de cinco jóvenes en el corregimiento Orpúa, del municipio Bajo Baudó, en el Chocó. Más muertes en nuestro litoral pacífico chocoano, sobre las que tenemos una conversación pendiente. Será una conversación difícil, para la que seguramente hay insumos importantes en el informe de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad. Será una conversación que va a requerir muchos más que los 100 días que dura la Documenta.
Quisiera que esta conversación se detonara por el arte y no por las muertes que dejan el tráfico de drogas o la trata de personas en nuestro departamento; que desembocara en el acuerdo humanitario que tanto han pedido las organizaciones de base, mientras esperamos a que la gran conversación nacional llegue hasta los ríos y las costas y nos traiga la obra de arte mayor: un diálogo y acuerdo de paz con los grupos armados que azotan el Baudó, el San Juan, el Atrato, el Pacífico y el Caribe en el Chocó; a ver si un día podemos decir que desde esta esquina del mundo brillan el arte y las ideas, que aquí también abundan.