Yohir Akerman
12 Febrero 2022

Yohir Akerman

La heredera radical

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El partido Cambio Radical nunca pierde la oportunidad de perder una oportunidad. Específicamente cuando se trata de tomar distancia de los escándalos de sus miembros o de darles avales a algunos candidatos con pasados oscuros. Es más, en algunos casos, pareciera casi un requisito. 

No es por nada que la actual alcaldesa de Bogotá, en una entrevista con RCN en 2017, definió, irónicamente, al partido Cambio Radical, como “un concierto para delinquir con personería jurídica”.

Pues tampoco, pero en algunos casos los directivos de este movimiento sí dejan muchas más preguntas que respuestas en cuanto a su manejo de los escándalos, el proceso de selección de sus candidatos y sus estándares éticos. 

Tal y como lo escribió en una columna memorable el periodista Jorge Eduardo Espinosa en el diario El Espectador en agosto de 2017, para mirar el contexto de este partido, que nació en 1998 producto de un mea culpa de una generación de figuras del Partido Liberal tras el proceso 8.000, no hay más que mirar su página web.

Como dijo Espinosa, este portal inicia con una serie de fotos, donde aparece su fundador y máximo líder, Germán Vargas Lleras. En una imagen aparece risueño, en otra Vargas Lleras trabajador, con casco de obrero en la mano. En otra parte del portal hay un par de fotografías del doctor Vargas Lleras mostrando su liderazgo, mientras da un discurso y finalmente, un Germán inquisidor, apuntando con el dedo, como quien hace una acusación.

Pues parece que la acusación debería ser a su propio partido, porque este bastión de la democracia ha sido el partido con mayor número de dirigentes salpicados en sucesivos escándalos de corrupción en Colombia. 

Así como se oye. 

Cambio Radical fue el movimiento político de mayor cantidad de congresistas condenados por nexos con los paramilitares con el, no menor, número de cinco senadores y nueve representantes condenados. También pasó a la historia como el primer partido sancionado por el caso, del que en ese momento era el presidente del Senado, Javier Cáceres.

Pero nada de esto importa a los votantes. Es decir, a las maquinarias. Mientras Vargas Lleras como vicepresidente repartía casas gratis y construía carreteras por todo el país, Cambio Radical fue el gran campeón de las elecciones de 2015, al conquistar 255 alcaldías y 14 gobernaciones. Solo para empañar su triunfo, poco tiempo después, con la destitución de cinco de ellos por corrupción. Entre los cuales cuenta con mención de honor el caso de Oneida Pinto, a quien todos, incluida la casa Char, avalaron, pese a ser la heredera política de Kiko Gómez en La Guajira.

Tampoco se puede dejar de mencionar a otra medalla de oro de la corrupción. Es el caso del santandereano Richard Aguilar, que hace parte de la misma lista, donde también se encuentran 11 gobernadores, alcaldes y concejales que engrosan el inventario de personas sentenciadas por la justicia. Todos avalados por ese partido que, según su fundador, se creó para combatir la corrupción.

El chiste se cuenta solo. 

La contienda actual no es la excepción. Existen varios casos que ejemplifican esto, incluido el de su candidato presidencial Álex Char que, pese a toda la evidencia, seguirá adelante sin sonrojarse. Pero ese caso lo estudiamos después. Vamos hoy a un ejemplo de esto, más específico y puntual, ya que el diablo está en los detalles, como decía en clase mi profesor de derecho penal.

Sandra Milena Ramírez Caviedes es la carta del partido Cambio Radical para la Cámara de Representantes por el departamento del Magdalena. Está casada con el actual representante a la Cámara Franklin del Cristo Lozano de la Ossa, del partido Opción Ciudadana.

Recordemos que Opción Ciudadana fue fundado en 2009 como el Partido de Integración Nacional (PIN), por Luis Alberto Gil, un parapolítico de pura sepa. En 2013, con vista a las elecciones que se celebraron al año siguiente, cambió su nombre por el que lleva hoy. Pero también podría hacer sido: Opción Paraca.

Franklin del Cristo Lozano de la Ossa fue diputado del Magdalena representando a su tocayo y cacique político, Franklin Lozano Pimienta. Lozano Pimienta es, nada más ni nada menos, que una de las personas que firmó el manuscrito del Pacto de Chivolo. 

Pacto

Recordemos porque recordar es vivir. 

El Pacto de Chivolo selló el respaldo del grupo armado paramilitar a 13 candidatos a alcaldías, y 395 aspirantes a la Asamblea y los concejos del Magdalena en 2002. A su vez, todos ellos apoyarían a José Domingo Ávila, en su intención de llegar a la gobernación de ese departamento.

El pacto nació cuando el excomandante del Bloque Norte de las Autodefensas Unidas, Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, citó a un centenar de políticos y líderes sociales en el corregimiento de La Estrella, a 20 minutos del casco urbano de Chivolo. El objetivo era acordar las candidaturas que más adelante serían avaladas por los partidos.

El señor Franklin Lozano Pimienta fue la tercera firma, y por supuesto pagó prisión por eso. No sin antes heredar sus votos del paramilitarismo al señor Franklin del Cristo Lozano de la Ossa. Y ahora, ese mismo legado y batón pasa a su esposa, la candidata Sandra Ramírez, como la heredera de todo ese clan encaminado a seguir con la bonita tradición. Tradición parapolítica. 

Pero el caso va más allá. 

A Ramírez se le acaba de cumplir una inhabilidad que tuvo por la bicoca de una década. La Procuraduría General de la Nación la destituyó del cargo de diputada de la Asamblea Departamental del Magdalena, por inscribirse como candidata a diputada estando inhabilitada y al resultar elegida, tomar posesión del cargo.

Procuraduría Yohir

Tan bella. 

Esa persona, tan Lozana, con su sal y su Pimienta, es la que ahora quiere ser representante por el Magdalena con el apoyo de Cambio Radical. No sorprende ya que ese partido, que ha perdido tantas oportunidades en el pasado, se dé el lujo de perder otra, para mostrarse como un movimiento que no da la bienvenida a la corrupción y a los candidatos con pasados cuestionables o vínculos paramilitares. 

Ese parece ser su legado, siempre tan fiel a sus 8.000 raíces. Quizás no sea una coincidencia que la palabra radical tenga origen en la expresión latina para la dicción raíz. O en este caso: mala hierba.

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