Luis Alberto Arango
15 Abril 2022

Luis Alberto Arango

Que Petro no siga los pasos de Erdogan

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Las críticas de Petro al Banco de la República son una alerta para que no repita lo que está pasando en Turquía.

Cuando se habla de un eventual gobierno de Gustavo Petro algunos piensan en Venezuela. Están equivocados. A juzgar por las recurrentes manifestaciones del senador y candidato presidencial haciendo referencia a cómo manejaría la economía colombiana, hay que pensar en Turquía.

Petro ha expresado fuertes cuestionamientos al criticar las decisiones del Banco de la República de aumentar las tasas de interés para frenar la inflación. Sostiene que esto afecta la activación de la economía y la producción y habla de cambiar la estructura de la junta directiva del Banco, argumentando que la actual no es independiente.

Los cuestionamientos de Petro tienen mayor similitud con lo que sucede en este momento en Turquía que en Venezuela.

“Los cuestionamientos de Petro tienen mayor similitud con lo que sucede en este momento en Turquía que en Venezuela”.

 

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, en un giro a su estilo de gobierno y que se dio después de un intento de golpe de Estado, impulsó en 2017 una reforma a la Constitución para darle mayores poderes al presidente.

En pocas palabras, convirtió a Turquía en un régimen presidencialista en donde el jefe de Estado tiene casi plena autoridad y acabó con el régimen parlamentario que existía hasta ese momento.

Con la reforma a la Constitución turca se eliminó, de paso y casi por completo, el sistema de pesos y contrapesos institucionales mediante el cual los países logran evitar abusos y errores de sus gobernantes.

En el mes de abril de 2017, por referéndum, el pueblo turco votó por el sí a la reforma constitucional en un apretado margen de 51,4 por ciento contra 48,6 por ciento. En ese momento la inflación anualizada en Turquía era del 11 por ciento aproximadamente. El pasado mes de marzo de 2022 la inflación turca fue del 60 por ciento. En contraste, en marzo de 2022 la inflación en Colombia fue del 8,53 por ciento.

“¿Qué pasó? El presidente Erdogan, con plenos poderes, comenzó a ejercer sus firmes creencias sobre cómo debía manejarse la economía del país, dejando de lado el conocimiento de los tecnócratas…”.

En abril de 2017 con 3,65 liras, la moneda de Turquía, se compraba un dólar. Hoy con 15 liras se compra el mismo dólar, es decir que durante ese periodo se presentó una devaluación del 300 por ciento. En comparación, en Colombia en abril de 2017 un dólar costaba 2.870 pesos y hoy cuesta 3.740 pesos, lo que significa una devaluación del 30 por ciento.

¿Qué pasó? El presidente Erdogan, con plenos poderes, comenzó a ejercer sus firmes creencias sobre cómo debía manejarse la economía del país, dejando de lado el conocimiento de los tecnócratas, de los expertos internacionales y de la variada experiencia de otros países. La receta perfecta para el fracaso.

Sus políticas no tienen ningún sustento técnico, fáctico o siquiera histórico más allá del de sus limitadas y tercas creencias sobre la economía. Su principal equivocación es hacer lo contrario de lo que hace el resto de los países para controlar la inflación.

Los bancos centrales en el mundo suben las tasas de interés para enfriar la economía, desincentivando que se tomen préstamos, y las bajan para impulsar economías aletargadas con el fin de propulsar la promoción de créditos con dinero barato y así reactivar un país.

Lo estamos viendo en Colombia. El Banco de la República recientemente subió su tasa de interés de intervención del 4 al 5 por ciento con el objetivo de controlar la inflación. En el libro de los economistas ortodoxos y especializados esto es lo correcto si se busca frenar el crecimiento de la inflación.

En cambio, en el libro de recetas de economía de Erdogan esto es errado. El presidente turco sostiene que lo que hay que hacer es lo contrario. Hay que bajar la tasa de interés de intervención para lograr que bajen los precios por cuenta de créditos baratos y así bajar la inflación. El resultado en Turquía ha sido lo inverso. La inflación está creciendo mes a mes y además la lira se está devaluando a gran velocidad.

Turquía, en ocho años, pasó de ser la economía diez y seis en el mundo a no estar hoy ni entre en las veinte primeras. La pobreza aumenta por cuenta de la inflación y la devaluación de la lira encarece la producción nacional que utiliza bienes intermedios importados. El coctel es perfecto para una aguda y duradera crisis, por cuenta de un presidente que cree que sabe de economía, impone sus creencias económicas, no se deja aconsejar, no oye a nadie distinto de los que lo aplauden y culpa a todos salvo a su propia incompetencia.

En su nuevo régimen presidencialista Erdogan ha tenido cuatro ministros de finanzas desde 2018, entre ellos a su yerno, pero lo reemplazó rápidamente. Cambió tres veces en los últimos tres años al director del Banco Central de Turquía y removió a buena parte de su personal tecnócrata y con su salida lanzó por la borda el conocimiento técnico sobre el manejo de la economía. Los cambios socavaron la independencia del banco central. Su actual director es un ferviente defensor de las creencias de Erdogan sobre el manejo de la economía y una persona con poca experiencia para el cargo.

“Los asesores económicos del presidente turco son reconocidos por ser leales y por decirle sí a sus deseos, no por ser expertos en su ramo o por enfrentarlo ante sus malas decisiones”.

Los asesores económicos del presidente turco son reconocidos por ser leales y por decirle sí a sus deseos, no por ser expertos en su ramo o por enfrentarlo ante sus malas decisiones. Cada decisión de su gobierno genera desconfianza ante propios y extraños. El presidente turco perdió credibilidad sobre su capacidad para manejar la economía y de paso el país. Quiere reelegirse en 2023, pero la economía turca está en crisis y parece muy difícil que se recupere antes de las elecciones.

Si los fuertes e infundados cuestionamientos de Petro sobre la independencia y forma en la que el Banco de la República actúa como articulador del Estado para controlar la inflación, son para levantar ampolla y votos, aunque inaceptable, es entendible.

Pero si son para imponer un estilo de gobierno parecido al de Erdogan, sin pesos ni contrapesos, rodeándose de súbditos leales que solo le dicen sí, eliminando la independencia y autonomía del Banco de la República y desechando la experiencia de los tecnócratas y expertos nacionales e internacionales con el objetivo de imponer su agenda económica, ojalá que él y quienes le hablan al oído revisen antes lo que está pasando en Turquía. Allá están utilizando ese mismo libro de recetas económicas y políticas con pésimos resultados.

 

 

 

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