Lucas Pombo
31 Mayo 2022

Lucas Pombo

Raspando cucayo

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Sucedió lo que hace unas semanas parecía imposible. Rodolfo Hernández logró sacar de la segunda vuelta a Federico Gutiérrez. El ingeniero presionó el botón de reanudación de la campaña presidencial, obligando a Gustavo Petro a cambiar el guion que había preparado, cuando el resultado de las elecciones parecía definido. Ahora, con una brújula que apunta hacia un norte distinto, el Pacto Histórico tendrá que trazar una nueva carta de navegación, en medio de la incertidumbre.

El resultado del domingo fue agridulce para Petro. Pese a haber ganado con 8 millones y medio de votos –2 millones y medio más que Hernández–, el panorama para el candidato del Pacto Histórico es complicado. Por sustracción de materia, el ingeniero se volvió el estandarte del antipetrismo y el escampadero de los sectores de derecha. Esta nueva dinámica llevará a que buena parte de los 5 millones de votos de Federico Gutiérrez, de los 274.000 votos de John Milton Rodríguez y de los 50.000 votos de Enrique Gómez vaya directamente a la cuenta corriente del ingeniero, que llegaría a una cifra cercana a los 11 millones de votos.

El pozo de nuevos votos de Petro está casi seco. Para empezar, el senador de Colombia Humana necesita atacar la abstención en regiones en las que es fuerte. Como Juan Manuel Santos en la segunda vuelta del año 2014, la campaña del Pacto Histórico necesita estimular la votación en los departamentos de la costa Caribe, en los que Petro tiene una gran fuerza, para neutralizar la altísima participación de Santander (66 por ciento), donde el ingeniero marca la parada.

Para contener la amenaza de Hernández, el senador de Colombia Humana también necesita el apoyo de Sergio Fajardo y los más de 800.000 colombianos que votaron por él. Sin embargo, la tarea de recoger a ese sector no será fácil. Los ataques constantes del petrismo contra Fajardo, liderados por la senadora electa Isabel Cristina Zuleta, y el matoneo constante por la decisión del profesor de votar en blanco en la segunda vuelta de 2018 dejaron heridas profundas. A esto se suma la cercanía que han tenido el ingeniero y el profesor en esta campaña. Esos coqueteos estuvieron a punto de llevar a una alianza en primera vuelta. No obstante, un apoyo de Fajardo a Hernández ataría al ahora excandidato de la Coalición Centro Esperanza a la suerte del gobierno de un hombre impredecible, terco e irascible. Difícil decisión para una persona como Fajardo, que se caracteriza por su mesura, prudencia y por no tomar decisiones impulsivas.

El Partido Liberal también será clave en el espinoso camino que le queda a Petro. En la primera vuelta, el expresidente César Gaviria y su bancada de congresistas se dieron la pela de apoyar a Federico Gutiérrez, con un altísimo costo frente a la opinión pública. Ahora, la poderosa maquinaria liberal queda frente a una difícil disyuntiva: dar un giro de 180 grados y ayudar a mover la locomotora petrista, dándole la razón al liberalismo disidente en cabeza de Luis Fernando Velasco y Ernesto Samper, o apoyar al ingeniero y tragarse el sapo de llevar a la Presidencia a un hombre que ha mostrado su desprecio por lo que representa el expresidente Gaviria y su partido.

El último recurso que le queda al candidato Petro para quitarle ímpetu a la “rodolfoneta” es desencantando a sus seguidores. Hasta el domingo, la polarización entre Fico y Petro y la emoción que generaba por el outsider había permitido que los escándalos de Hernández pasaran por debajo del radar. Sin embargo, ahora que la atención está centrada en el exalcalde hay tiempo de sobra para que el Pacto Histórico ataque el flanco débil de su contradictor, recordando episodios como el escándalo de Vitalogic, las promesas incumplidas durante su paso por la Alcaldía de Bucaramanga y la cachetada al entonces concejal John Jairo Claro.

Quedan menos de tres semanas para la segunda vuelta y Gustavo Petro tendrá que raspar hasta el último voto de una olla que parece vacía para frenar al ingeniero y sumar los 2 millones y medio de votos que necesita para ganar en la segunda vuelta. El senador nunca había estado tan cerca y al mismo tiempo tan lejos de su objetivo de llegar a la Casa de Nariño.

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