Lucas Pombo
15 Febrero 2022

Lucas Pombo

Tibio, tibio, ¿caliente?

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Si hay un candidato al que últimamente dan por muerto los analistas políticos, ese es Sergio Fajardo. Entiendo las razones. El profesor no es el mismo de hace cuatro años. Rodolfo Hernández le quitó la bandera anticorrupción, Alejandro Gaviria se le metió en el terreno de la educación, no es el único exalcalde de Medellín en la carrera y Claudia López ya no está ahí como su escudera. Sin embargo, y sin mucho, Fajardo todavía puede dar la sorpresa. Una serie de circunstancias políticas podría terminar impulsando al candidato de las ballenas, los jeans y las pulseras a la Casa de Nariño.

A menos de 30 días de las consultas interpartidistas, Fajardo sigue punteando en la Coalición Centro Esperanza. A pesar de su flojo desempeño en los debates, del escándalo de Hidroituango y de los procesos que ha tenido que enfrentar en la Contraloría y la Fiscalía, el exalcalde todavía le lleva una cómoda ventaja a la poderosa marca Galán y al candidato novedad Alejandro Gaviria, entre otros.

Si gana la consulta, Fajardo se convertiría, por sustracción de materia, en el candidato natural del centro político. Esa no es una bandera menor. Según la última encuesta de cultura política del Dane, casi el 40 por ciento de los colombianos se identifica con esa corriente ideológica. No es un mal punto de partida para la primera vuelta.

Una serie de situaciones externas también terminarían favoreciendo a Fajardo. La decisión del ingeniero Hernández y de Íngrid Betancourt de no ir a una consulta en marzo le quitará ímpetu a esas dos candidaturas. Así sucedió hace cuatro años con Germán Vargas Lleras, Humberto de la Calle y el propio profesor Fajardo. Hasta el sol de hoy, los tres excandidatos lamentan no haberse medido en esa primera vuelta anticipada, que le terminó dando a Iván Duque la gasolina necesaria para derrotar a Gustavo Petro. 

La derecha también llega golpeada.  El Equipo por Colombia pagará cara la decisión de no desmarcarse de Alejandro Char después de las acusaciones de Aida Merlano. Sea quien sea, el candidato de esa alianza política tendrá que dedicarse a dar explicaciones sobre el escándalo de corrupción electoral que, lejos de terminar, se intensificará en la recta final de la campaña.

Si el viento de cola termina llevando a Fajardo a segunda vuelta, la tibieza que tanto le critican será su mayor activo. El exgobernador ha tenido precisión quirúrgica para escoger sus peleas y lanzar dardos a los sectores tradicionales y uribistas, sin atrincherarse en la izquierda. Esa estrategia será muy útil a la hora de sumar los votos de la derecha, que lo ve como el mal menor en una eventual competencia con Gustavo Petro.

Fajardo no está muerto. No crece en las encuestas, no despierta muchas pasiones, ni es el protagonista de grandes hechos políticos, Sin embargo, al final le puede sonar la flauta. Ya veremos si la inercia es suficiente para llevar al profesor, a pesar de sí mismo, a la Presidencia de la República.

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