Napoleón decía que las mejores constituciones eran las “cortas y confusas”: El pensamiento constitucional del presidente Petro parece coincidir con la idea del emperador de los franceses, al menos en aquello de confuso.
A medida que pasan los días, sus explicaciones sobre lo que tiene en mente en materia constitucional se tornan en un verdadero trabalenguas. No se ha dignado explicarles a los colombianos en palabras llanas qué es lo realmente significan.
Quizás el mejor ejemplo del pensamiento constitucional confuso del presidente Petro está compendiado en la entrevista que le concedió a esta revista el pasado domingo 2 de junio.
Por más que los entrevistadores hicieron todos los esfuerzos para concretarlo, no lo lograron. A pregunta sobre un trabalenguas constitucional se escapaba con otro aún más confuso.
Primero dijo –todo el mundo lo recuerda- que, si el Congreso no le aprobaba todas las reformas a pie juntillas entonces Colombia iba a necesitar una asamblea constituyente.
Después ha venido diciendo que lo que propone es que se ponga en marcha un proceso del poder constituyente, que es distinto según él a una asamblea constituyente de las reglamentadas en la Constitución en su articulo 376. Y que a pesar de que la carta diga expresamente que la asamblea constituyente es una manera de convocar “al pueblo cuando se movilice una tercera parte de los integrantes del censo electoral”, todo parece que a Petro no le sirve este pueblo del que habla la constitución. Según él, el “pueblo” que le sirve es el que desde las marchas, mingas y cabildos diga que quiere modificar la carta política por fuera de los lineamientos trazados por la propia constitución.
Más sorprendente aún es la justificación que en los últimos días está encontrando el petrismo para señalar que se necesitan reformas a la Carta Política. Según ellos no se han cumplido con los acuerdos firmados en 2016 con las antiguas Farc y que según rezan dichos acuerdos (en frase que nadie ha podido encontrar) como no se han cumplido, se requiere una asamblea constituyente diferente a la que prevé la propia Constitución y con un temario que ya ha deslizado el propio presidente Petro.
Sigamos con el trabalenguas. En primer lugar, no solo los acuerdos no hablan de que haya que llamar a una asamblea constituyente extra constitucional (esta es una tesis inventada por Álvaro Leyva con más audacia que rigor interpretativo), sino que el cumplimiento mismo de los acuerdos de paz le corresponde impulsarlo es al presidente de la república si es que efectivamente se encuentran atrasados.
Y no es ante la asamblea de las naciones Unidas donde hay que ir a poner la queja de que los acuerdos no marchen a la velocidad deseada, sino que es al propio ejecutivo al que le corresponde apurarlos. Para eso es que el presidente de la Republica es, a las voces del artículo 189 de la constitución, el “jefe de Estado, el jefe del gobierno y la suprema autoridad administrativa” del país.
Pero sigue el trabalenguas. ¿Quién dice con aspaviento que la ejecución de los Acuerdos de Paz va retrasada? El propio presidente. Le convendría recordar al presidente que varios de los acuerdos de paz -como el agrario del punto número uno de los acuerdos- está previsto que se ejecute a lo largo del posconflicto, es decir, en 15 años a partir de 2016.
Pero si la marcha que traen estos acuerdos le resulta insatisfactoria no es culpa del Congreso, ni de la ONU, ni de los partidos políticos, ni de las cortes: es responsabilidad de las propias autoridades administrativas que no le han impreso mayor dinamismo.
A pesar de que entidades como el Ministerio de Agricultura cuenta con el más alto presupuesto que jamás había tenido esta cartera en su historia: 9 billones para la vigencia de 2024. Ojalá que los gaste bien y rápido. Es lo que se necesita. Y si hay retrasos no es asunto ni de la ONU, ni del consejo de seguridad, ni de la Constitución del 91.
Ojalá el presidente Petro entienda que no es a punta de trabalenguas constitucionales como se puede seguir manejando este país, que el desgobierno y la corrupción mantienen postrado.