Juan Fernando Cristo
11 Junio 2024

Juan Fernando Cristo

Europa a la derecha, pero no tanto

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Las elecciones generales del Parlamento europeo tuvieron un ganador indiscutible: la derecha. Sin embargo, no es una sola sino varias derechas las que tuvieron resultados positivos el domingo pasado. El espectro va desde la tradicional centro derecha europeísta como el PP español y la CDU alemana, hasta la ultraderecha de Orban en Hungría o Le Pen en Francia, quienes son duros críticos del poder excesivo de Bruselas en los asuntos internos de cada uno de los países integrantes de la Unión Europea. Los resultados no se pueden analizar en blanco y negro y son muchos los matices.

Los grandes debates en estas elecciones se dieron alrededor de tres grandes temas:la inmigración; la guerra en Ucrania y el genocidio de Netanyahu en Gaza y la política ambiental. El fortalecimiento de la derecha es claro, sin que ello signifique el triunfo de la ultraderecha nacionalista, antieuropea, antimigrantes y negacionista del cambio climático, como algunos salieron apresuradamente a afirmar. La supervivencia de la Unión Europea está asegurada, no solo porque sus defensores conservan unas mayorías cómodas, sumados los escaños de los Populares, Social Demócratas, Liberales y Verdes, que con seguridad se mantendrán unidos en su apoyo a las instituciones de Bruselas, sino porque además los partidos de extrema derecha no son homogéneos en sus posiciones y al interior del bloque coexisten distintos matices. Todos coinciden en su política contra los migrantes en sus fronteras o sus críticas a los que consideran excesos en las medidas de protección del medio ambiente, pero en el caso de las instituciones europeas hay diferencias evidentes, como es el caso de la señora Meloni en Italia.

Si bien es cierto la ultraderecha creció en Bélgica, Holanda, Alemania, España, Austria y, especialmente Francia en donde ganó la señora Le Pen con un poco más del 30 por ciento de la votación, la representación de esos grupos en el Parlamento europeo aún no llega al 25 por ciento. Las elecciones del domingo constituyen, entonces, un fuerte campanazo de alerta para los moderados de Europa, que deberán reinventarse si quieren evitar que crezca el peligroso proceso de radicalización en sus sociedades, pero no implican, al menos por ahora, que las mayorías deseen regresar a las épocas del fascismo y el nazismo. La ultraderecha sigue siendo una minoría que no se puede ignorar y no se puede desconocer que algo anda mal cuando el 15 por ciento de los alemanes votan por un partido cuyo líder hasta hace pocas semanas señaló que no todos los miembros de la SS de la Alemania nazi eran asesinos y fue acusado además de recibir sobornos del gobierno ruso.

Es innegable, entonces, el triunfo de la derecha, que no de la ultraderecha. Si se sumaran los escaños de los partidos de derecha con los de la ultraderecha, ya no desde la perspectiva del apoyo a Bruselas sino de su plataforma política más allá de la UE, alcanzarían las mayorías en el Parlamento. Y aunque no veremos esa coalición entre los políticos, no se puede desconocer que los ciudadanos exigen una política migratoria más restrictiva y mayor prudencia en las decisiones de la UE en la lucha contra el cambio climático. Aumenta también el número de ciudadanos europeos que rechazan que Bruselas dicte las políticas migratorias de sus países o defina que pueden comer o no, como reclamaba el nuevo líder de la extrema derecha portuguesa hace unos días. El debate sobre los alcances de las instituciones europeas y sus límites seguirá vigente. En el tema migratorio esa derechización implicará la adopción de duras medidas en los próximos meses. Ojalá quienes hoy celebran en Colombia la victoria de la ultraderecha, no lamenten en poco tiempo que se nos vuelva a exigir visa para ingresar a los países de la UE.

Finalmente, está el efecto de los resultados del domingo en la política interna de Francia y Alemania. El partido de Le Pen ganó con más del 30 por ciento y obligó al presidente centrista Macron a disolver la Asamblea Nacional y convocar elecciones inmediatas, cuyos resultados tendrán un enorme impacto, no solo en Francia, sino en toda la UE. En el caso de Alemania la ultraderecha, en un resultado sin precedentes, ocupó el segundo lugar tras la CDU y por encima de los social demócratas. El rumbo político que tomen los dos gigantes de Europa sin duda alguna incidirá en el desarrollo de la guerra en Ucrania, la situación de Gaza y el propio futuro de la Unión Europea. Y aún nos falta conocer, antes de finalizar este año, que pasará en Estados Unidos. Año crucial para el mundo entero, mientras nosotros seguimos mirándonos el ombligo, entretenidos con nuestros pequeños pleitos locales y prematuras candidaturas presidenciales.

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