Juan Fernando Cristo
4 Junio 2024

Juan Fernando Cristo

No perdamos más tiempo

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Las declaraciones del presidente Petro a CAMBIO el pasado domingo deberían acabar con el debate sobre la constituyente y la reelección presidencial. En forma clara y concreta el jefe de Estado descartó la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente y descalificó la posibilidad de buscar algún cambio constitucional que permita la reelección presidencial. "No pienso llevar una constituyente al Congreso, ni tampoco reelegirme". Más claro no canta un gallo. Lo demás son interpretaciones interesadas de sus más ácidos contradictores, que quieren mantener vivo el debate en su afán de posicionarse en la línea de partida de las elecciones presidenciales de 2026. Hay una competencia prematura por el titulo de campeón del antipetrismo por parte de quienes están convencidos de que el ganador llegará al solio de Bolívar. Y obvio, el amplio grupo de precandidatos presidenciales de la oposición es alimentado con eficacia por las tesis de algunos espontáneos del régimen, que en su afán de quedar bien con Petro se inventan fantasías para justificar salidas extraconstitucionales sin sentido. En un clima político racional y sensato esas absurdas e inviables ideas no deberían ocupar la atención de la opinión pública. Lamentablemente hoy padecemos una histeria colectiva generalizada, atizada cada día por las barras bravas de uno y otro bando.

Pensemos por un minuto con calma qué es lo que pretende el excanciller Leyva con su descabellada propuesta. ¿Que Naciones Unidas expida una resolución exigiendo al Gobierno nacional la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, con base en un párrafo del Acuerdo de Paz que recomienda un acuerdo de unidad nacional para impulsar reformas en el país?¿Si ese párrafo escondía una Asamblea Nacional Constituyente, ¿cómo es que los más acérrimos enemigos del acuerdo con las Farc, encabezados por el expresidente Uribe, que no ahorraron cuestionamientos contra lo pactado, no lo descubrieron durante estos siete años?¿O peor aún, cómo no se les ocurrió a los integrantes del exsecretariado de las Farc, hoy partido Comunes, exigir del Estado el cumplimiento de su supuesto compromiso de la constituyente acordada en La Habana, que solo existió en la mente de Iván Márquez y Álvaro Leyva?. ¿Alguien sensato cree realmente que es viable convocar por decreto de conmoción interior, saltándose el Congreso, una Asamblea Nacional Constituyente con base en el párrafo mencionado? En serio, dejémonos de pendejadas.

Somos los campeones de los debates inútiles que nos hacen perder tiempo valioso que deberíamos dedicar a resolver los problemas de seguridad, concretar las necesarias reformas sociales que se tramitan por el Congreso e implementar el Acuerdo de Paz. Para este último propósito no se requiere ninguna reforma constitucional, sino simplemente el liderazgo gubernamental para garantizar que se avance con mayor celeridad en la reforma rural integral, se cumpla con los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial-PDETS-contemplados para los 170 municipios priorizados en los que participaron más de 200.000 ciudadanos y se reanude la ejecución del Plan de Sustitución Social de Cultivos Ilícitos-PNIS-,hoy congelado. Nada de eso requiere reforma constitucional y mucho menos la convocatoria de una constituyente.

Faltan seis años y medio de vigencia del acuerdo que va hasta el 30 de noviembre de 2030. Exactamente 2.368 días. Se perdieron los cuatro años del Gobierno Duque que intentó por todos los medios hacer trizas la paz y, aunque no lo logró, sí hizo un enorme daño a la implementación de los primeros años que eran cruciales. Se van a cumplir los primeros dos años del mandato Petro y hasta el momento, a pesar de los anuncios oficiales y el compromiso expresado por el Gobierno, son pocos los resultados tangibles. El llamado al Gobierno es que no se deje seducir por los cantos de sirena de quienes en su afán de protagonismo personal se inventan toda clase de teorías creativas y audaces. Que no se distraiga más en los globos de ensayo de constituyentes, declaraciones unilaterales y acuerdos especiales. No desperdiciemos más tiempo que aún podemos recuperar los años perdidos y avanzar en lo que resta de este Gobierno y los cuatro del próximo en hacer realidad la paz territorial contemplada en el texto del Acuerdo de Paz. Ese sí es un compromiso del Estado colombiano y no una constituyente sacada del cubilete, que no tiene ni pies ni cabeza.

PD: No vuelvo a escribir de este tema. Me niego a seguir perdiendo el tiempo. Y el de los lectores.
 

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